✨APROVECHANDO AL TLCAN: EL EJEMPLO DE TEJAS✨

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En el Mexico de los últimos años, la gran interrogante ha sido el gran desaprovechamiento por el sector privado de prácticamente todos los acuerdos comerciales que ha negociado el país, con la importante excepción del tratado irónicamente más vilipendiado de todos, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (“TLCAN”). Para fines de éste artículo, la importancia de hablar de exportaciones radicará en que al exportar, las empresas necesariamente se vuelven más competitivas para cumplir con las exigencias de calidad, precios, logística, etc. que les imponen los mercados internacionales; al volverse más competitivas se torna más factible competir con éxito en otros mercados, incluyendo el mercado interno. La pregunta a responder, entonces, será:

¿Han las empresas mexicanas desaprovechado una oportunidad inédita para consolidar su competitividad?

Para llegar a la respuesta, resulta que el caso del estado de Texas de los Estados Unidos es particularmente iluminante como marco de referencia. Texas es un estado equidistante tanto de Toronto como de la Ciudad de México, el cual ha aprovechado cabalmente la plataforma del TLCAN para convertirse en el exportador No.1 de los Estados Unidos, abarcando un impresionante 14% de todas las ventas al extranjero de ese país.

De hecho, no obstante sus otros problemas financieros, en el 2007, Estados Unidos en general realizó exportaciones históricas. Produjo $13.8 trillones de productos y servicios, de los cuales $1.64 trillones – 11.7% — se exportaron, representando un incremento de 61% comparado con el 2003. De esa cifra, Texas solito exportó un total de $168.2 mmdd, un aumento de $70 mmdd sobre los $98.8 mmdd exportados en 2003, o sea, un 70% más.

Lo insólito es que las exportaciones Tejanas se han dirigido a 221 destinos extranjeros. México definitivamente ha sido el mercado más grande para Texas, recibiendo $56.0 mmdd del total en 2007. Sin embargo, a pesar de que esas exportaciones fueron mayores que las exportaciones totales mundiales de todos los demás estados de la unión americana, salvo California, Nueva York y Washington, México de todas maneras sólo fue el destino de 33% de las exportaciones Tejanas. Después de México, Texas le exportó $16.8 mmdd al Canadá, $8.3 mmdd a China, $5.6 mmdd a Corea del Sur y $5.3 mmdd a Holanda.

Todo esto gracias en un inicio al TLCAN. Estudios de las Reservas Federal de Dallas y Saint Louis de los Estados Unidos, han concluido que, inclusive excluyendo el éxito del programa de las maquiladoras mexicanas, el crecimiento en las exportaciones de Texas se ha debido al estímulo del TLCAN, ayudando al estado a incrementar sus exportaciones a Latinoamérica en un 17%, a Europa en un 15% y a Asia en un 13% de 1988 al 2000 – sin todos los demás acuerdos comerciales internacionales con los cuenta México.

Resulta que frente al reto de la apertura económica del TLCAN, la planta productiva – no el gobierno – de Texas se reorganizó consistente con la teoría de las ventajas comparativas. Las exportaciones de las industrias intensivas en capital y conocimiento – como lo son, la electrónica, químicos, equipo de transporte y maquinaria industrial – recibieron un fuerte ímpetu, mientras que las exportaciones de industrias intensivas en mano de obra, como por ejemplo, las de la industria de la madera y la industria mueblera, se fueron a la baja. La gradual eliminación de barreras al comercio impulsó a las empresas Tejanas a volverse más competitivas, bajando costos, en muchos casos incorporando insumos más baratos provenientes de México. También el “know-how” que desarrollaron a raíz de exportar sus productos a México y al Canadá, les sirvió de base para penetrar a los mercados de Europa y Asia, entre otros.

En otras palabras, las empresas Tejanas no se mantuvieron estáticas e impávidas ante el TLCAN, sino que se movieron, re-organizándose con una actitud proactiva para ser más competitivas.

A primeras luces, el caso mexicano se pudiese comparar bastante favorablemente al de Texas. En 2007, del flujo total del comercio exterior de México con los Estados Unidos, $347,340.30 mmdd, $210,799.0 mmdd fueron exportaciones de México hacia ese país — comparados con los $39,917.5 mmdd de 1993[1]. En el mismo 2007, México le exportó al Canadá $16.1 mmdd con un superávit a su favor de $8.1 mmdd. Eso representó un aumento de $1.4 mmdd comparado con la cifra del 2006, convirtiendo a México en el tercer proveedor de ese país.

Cierto, históricamente las exportaciones mexicanas a Norteamérica han representado un extremadamente alto porcentaje del total de las exportaciones mexicanas. En 2007, representaron un galopante 84.51% del total (86.82% en 2006) – 82.12% fluyendo nada más a los Estados Unidos. Sin embargo, si uno excluye los esquemas de “production sharing” entre empresas americanas y sus filiales mexicanas, eso no necesariamente significa que ese flujo se haya dado por fácil; los Estados Unidos son un mercado que presenta un alto nivel de complejidad al ser un país federalista y, además de leyes federales, hay que cumplir con las leyes de cada estado de la unión.

Además, el 2007 también vio un incremento del 32% de las exportaciones a la Unión Europea — $15 mmdd, una cifra histórica para México. Las exportaciones mexicanas al Asia en el 2007 también subieron: $7,598,845 miles de dólares, comparadas con las del 2006 de $6,385,545 miles de dólares. De hecho, los flujos comerciales de México han subido dramáticamente con prácticamente todos los países con los cuales ha suscrito tratados de libre comercio.

En general, las exportaciones de México pasaron de representar el 1.4% de las exportaciones mundiales a representar el 2.6% veinte años más tarde – y en el sector agrícola, México ha estado en los primeros 5 lugares al nivel mundial en productos frescos y procesados. Ante ese panorama, se podría decir que México también ha aprovechado su inserción al mercado global para afinar su competitividad internacional. Inclusive, la transformación comercial de México ha sido descrita como una de las grandes historias de éxito en América Latina[2].

¿Entonces porqué persiste la percepción de que las empresas mexicanas no han aprovechado mejor los acuerdos comerciales del país? Algunos apuntan a la falta de diversificación de las exportaciones, al dirigirse el 90% a la zona del TLCAN. Sin embargo, los destinos de exportación son cuestiones de decisiones realizadas por empresas privadas – el gobierno no puede ni debe forzar a ninguna empresa siquiera a exportar, ni escogerle los destinos; puede abrir mercados, sugerir, apoyar y promover, más solamente cada empresa conoce a profundidad sus productos y sólo ella puede determinar si quiere exportar y a donde. Si por las razones que sean, la gran mayoría de las empresas han determinado que les reditúa más exportar a los Estados Unidos y Canadá que a otros destinos y asumir el riesgo de no diversificar sus exportaciones, pues para bien o para mal, es muy su decisión. De eso se trata una economía de mercado libre y abierto.

Otros apuntan a los saldos deficitarios con muchos de nuestros socios comerciales, exceptuando a Norteamérica con la cual contamos con un superávit importante, $74.2 mmdd: el tercero más alto del mundo. Sin embargo, acorde a economistas, déficits no necesariamente son malos, sobre todo si las importaciones en cuestión son de bienes intermedios que contribuyen a la competitividad de las empresas. En el caso de México aproximadamente 70% de las importaciones han efectivamente sido de bienes intermedios.

La respuesta a la pregunta postulada, entonces, pudiese más bien radicar en el hecho de que el universo de empresas netamente mexicanas que han venido participando en las exportaciones, necesita ampliarse.

Una inspección pormenorizada de las cifras de exportación de México, puntualiza que en el 2006 las maquiladoras fueron responsables del 43%-45% de las exportaciones de México; acorde a la Secretaría de Economía, en años previos, la participación de las maquiladoras en las exportaciones mexicanas ha inclusive excedido el 50%. Dicho de otra manera, en el 2006, la mitad de las exportaciones del país corrió a cuenta de aproximadamente 2,810 empresas. Las empresas son mayoritariamente de capital extranjero, especialmente americano, aunque en la actualidad se aprecia una mayor diversificación. Todo lo cual no demerita, sino que recalca el papel importante que han jugado las maquiladoras en la economía mexicana, sobre todo cuando uno considera que son grandes generadoras de empleo, empleando a más de 1,200,000 personas. El punto es simplemente que no son empresas netamente mexicanas, con las implicaciones que ese hecho tiene sobre la competitividad del resto del universo de las empresas mexicanas.

Acorde al INEGI, en el 2003 en México existían tres millones, cinco mil establecimientos que empleaban a un poco mas de 16 millones de personas. El 95% eran y siguen siendo micro, pequeñas y medianas empresas. De esas tres millones y pico de empresas, sólo un número reducido se han dedicado a la exportación: en el 2005, existían sólo 37,344 empresas exportadoras. Texas fincó su competitividad exportadora en un solo tratado, mientras que México cuenta con 11 más tratados, 6 ACEs y 23 APPRIS. Por ende, México definitivamente cuenta con un gran acervo en materia de comercio exterior que pudiese usar para consolidar su competitividad interna. Sin embargo, dado el posible universo de empresas que pudiesen incurrir en el comercio exterior, en términos prácticos muy pocas empresas mexicanas han aprovechado inclusive al TLCAN para volverse más competitivas para exportar a ese y otros destinos. En otras palabras, la respuesta a la pregunta de inicio es, si: la mayoría de las empresas mexicanas en efecto estan desaprovechando una enorme oportunidad para fortalecer su competitividad.

¿Cuál ha sido el problema de fondo en México? Los rezagos que aún persisten de la gran pasividad de la sociedad mexicana. Existen excepciones muy honrosas y con altibajos se han dado avances importantes en el rubro; no obstante, lamentablemente, el venir de una economía y de una sociedad cerradas donde el gobierno todo ha dictado y dado, y donde el corporativismo se ha impuesto a cualquier expresión personal, desafortunadamente ha dejado a la sociedad mexicana con un legado de una gran pasividad e impasibilidad ante los retos a encarar. Siempre ha habido que estar a la espera de la “línea” dictada de arriba, con un verdadero temor a destacar o tomar cualquier iniciativa propia. En materia de competencia, se ha apreciado al mercado interno como uno de dimensiones finitas, estático, donde se compite por cada espacio como si fuera un juego de suma cero: para tener hay que quitar. Ese problema se ha manifestado en particular en el poco respeto que ha existido en cuanto a la propiedad intelectual.

Todo lo cual es llanamente anti-competitivo – tanto para el mercado interno como para el mercado de exportación. La competitividad se finca en movimiento, en el dinamismo de la iniciativa propia desde el individuo, pasando por la empresa, y llegando hasta el país. Se requiere de un afán de superación, de querer ser más eficientes y productivos, de ser sensibles ante las necesidades de otros, de responder con civilidad y cortesía en tiempo y forma a clientes y a ciudadanos, de querer destacar, de tener un sentido de aventura. Se requiere de flexibilidad y una capacidad de respuesta expedita ante los cambios bruscos de la globalización. Se requiere salir a buscar las oportunidades, no esperar a que éstas se presenten a la puerta en charola de plata. Se requiere ser audaces, creativos, añadir valor, investigar, y expandir el mercado; y se requiere respetar la propiedad y la contribución de otros.

Y así llegamos al Oceano Azul.

Existen dos visiones sobre la manera de competir: la del “océano rojo” y la del “océano azul”. El “océano rojo” se refiere al tipo de competencia ruda que causa que se derrame la sangre (por eso se llama oceano rojo). En cambio, la estrategia del “océano azul” implica una creación de un espacio totalmente nuevo, uno que trasciende la competencia. O sea, el oceano azul es una estrategia donde el único límite es la imaginación. Eso presupone un mercado dinámico de infinitas posibilidades donde uno crea nichos nuevos donde aun no existe competencia alguna. Un ejemplo perfecto del océano azul en acción fue Apple Computer y la visión de Steve Jobs de poner una computadora personal en todos los escritorios, cuando ni siquiera existía una computadora personal como tal.

Obviamente para que funcione el océano azul se requiere de aún mayor movimiento. Se requiere tener la mente abierta a todas las posibilidades, teniendo una visión de lo que puede ser – y luego hay que ser muy movido, y sobre todo muy perseverante para convertir esa visión en una realidad.

Si lo que se pretende es que más empresas mexicanas no sólo aprovechen los acuerdos comerciales negociados, sino que en general se vuelvan más competitivas para sobrevivir los embates de la globalización en su propio mercado interno, hay que empezar por realizar cambios radicales en su visión empresarial. No hay que sólo conformarse con subsistir en un mundo limitado por una visión medio-apocalíptica, sino que hay que expandir el horizonte y ser mucho más proactivos en la búsqueda de nuevas oportunidades. Mientras que hay que estar concientes de la competencia que implica el océano rojo y encararla, a la par habría que navegar en el océano azul. Así lo hicieron las empresas de Texas y los resultados estan a la vista de todos.

¿Cómo cambiar las costumbres de décadas hacia lo competitivo? Yo ya lo he dicho antes y muchos otros también ya lo han dicho: a través de la educación y la capacitación. Estamos hablando de una educación entendida desde su visión más amplia e integral desde la cuna: empezando por la familia, pasando por los recintos académicos (públicos y privados), los deportes, la televisión, el Internet, inclusive la religión y las empresas mismas a través de asesoría para los altos directivos y programas de capacitación para los empleados. Todos se tendrían que confabular para crear ciudadanos pensantes, analíticos, intelectualmente curiosos, arrojados y valerosos. Todos los “milagros” económicos – el celta, los tigres asiáticos, India y China, entre otros – todos han partido de una mejora exponencial en la educación de sus ciudadanos. Y es que simplemente no hay de otra. Decálogos para la competitividad y esfuerzos similares definitivamente son pasos en la dirección correcta; sin embargo, necesitan ir acompañados por un cambio fundamental en actitud y estado mental de la sociedad mexicana, para que los avances en materia de competitividad sean verdaderamente significativos y se aprovechen mejor las oportunidades.

En cuanto a las empresas, es muy grato ver despegarse una mayor cultura de la consultoría desde el sector privado; la inversión en asesoría y capacitación bien valdrá la pena para ayudar a las empresas transitar con éxito hacia una gestión más acorde los tiempos.

-Fin-

 

Este articulo se publico en la revista IMMEXPORTA en el 2008. La Dra. Aldape es abogada empresarial internacional egresada de la Escuela de Leyes de Stanford. Estudió, vivió y trabajó por 28 años en el area del Silicon Valley en California. Ha asesorado a una amplia gama de empresas de todos los tamaños, giros y nacionalidades en una extensa lista de asuntos empresariales, incluyendo transacciones transfronterizas; en 1994 fue nominada “Entrepreneur of the Year”. Como Líder de Opinión de California participó muy activamente en la campaña para ratificar al NAFTA en el Congreso americano, incluyendo sesiones de estrategia de la Casa Blanca. Al concluir la campaña, la Casa Blanca le solicitó redactar el “The White House Plan to Implement the NAFTA”. En México ha fungido como la Vice Coordinadora de la COECE — el organismo que representó a todo el sector privado mexicano en las negociaciones comerciales internacionales del país ya concluidas.


[1] Fuente: : U.S. Census Bureau, Foreign Trade Division, Data Dissemination Branch, Washington, D.C. 20233; la cifra Canadiense es que el Comercio entre México y los Estados Unidos durante el 2007 llegó a $351,369 mdd

[2] Mexico: The Great Transformation, Jorge Santiso, 2007 MIT Press

CLIENTE-CENTRISMO EN ACCION: LA LLAVE DEL EXITO

CLIENTE-CENTRISMO EN ACCION:

LA LLAVE DEL EXITO 

Por la Dra. Alina A.C.E. Aldape 

“Ningun problema se puede resolver desde la misma consciencia que lo creo.

Debemos de aprender a ver al mundo de nuevo.”

Albert Einstein

Se le atribuye a Confucio el dicho “may you live in interesting times” – “que vivas en tiempos interesantes.” Pues nadie puede refutar que estamos viviendo en tiempos super interesantes, inclusive turbulentos. Como si los cambios vertiginosos de la globalización actual no fuesen suficientes, ahora además hay que lidiar con los rezagos de una crisis estructural financiera de primer orden.

¿Desgracia o bendición? A veces lo que aparenta ser una desgracia, puede ser una enorme bendición disfrazada. Todo depende de la actitud con la cual se aborde la crisis. Acorde a un “venture capitalist” muy reconocido del Silicon Valley, grandes cambios son campos fértiles para las grandes oportunidades. Una actitud pro-activa, acompañada de una mente abierta a nuevas maneras de pensar, en constante búsqueda de nuevas oportunidades, sabrá y podrá mejor reconocer las oportunidades en ciernes.

La tesis de éste artículo es que, como empresarios, los tiempos actuales no sólo exigen que pensemos fuera de la caja,[1] y que re-examinemos de arriba abajo, y al revés y al derecho, todos nuestros procesos y nuestras maneras de conducirnos, pero, para alcanzar al éxito, que lo hagamos a través del prisma del cliente-centrismo.

¿Exactamente, qué quiere decir ser “cliente-céntrico”? Ser cliente-céntrico es darle la importancia que se merecen a las relaciones humanas dentro y fuera de la empresa. Quiere decir que la empresa se esmera tanto por sus empleados, como los mismos con los clientes de la empresa, porque el punto de partida para tener éxito con los clientes es primero tenerlo con los empleados. El concepto no es nuevo – las empresas super exitosas de todos los tiempos han sido cliente-céntricas. Lo nuevo consiste en la forma de aplicarlo y de medirlo (y para muchas empresas, el aplicarlo por primera vez!)

Para alcanzar al éxito, el primer paso en el cliente-centrismo es reconocer que, como dijera alguna vez Jack Welch, el ex CEO de GE y guru de los gurus de los CEOs, *TODO* en los negocios se reduce a saber tratar a la gente  — y su corolario: que la gente siempre se mueve en base de sus *EMOCIONES*.  En la “economía emocional” que opera tanto dentro de la empresa, como en el entorno que la rodea, “feelings are facts[2] – las emociones son hechos. Es la percepción de las situaciones lo que impulsa al comportamiento e influencia las decisiones a tomar. Dicho de otra manera, es nuestra reacción emocional la que marca nuestra memoria de los hechos. Si todos los políticos saben que en política, la percepción es la realidad, los empresarios deberán saber que también es cierto en el mundo de los negocios. En ventas – el motor de los negocios y de la economía — la primera reacción prácticamente siempre es emocional; la justificación racional viene después[3].

Un empresario que lo entendió a la perfección, fue Andrew Carnegie — uno de los capitanes de la industria siderúrgica americana del siglo XIX y uno de los hombres más ricos del mundo — quien le pagó UN MILLION DE DOLARES, una suma absolutamente inédita en esos tiempos, a Charles Schwab, una persona que felizmente aceptaba que muchos otros sabían caudales más que él de la industria siderúrgica, pero que estaba dotado de un talento extraordinario, que bien valía el millón de dólares por su escasez: su habilidad para relacionarse con la gente. Sabía como motivarla y entusiasmarla a través de la apreciación y el aliento – y así apuntarse grandes éxitos empresariales.

Otro par de ejemplos similarmente escenifican a la perfección al concepto en acción: el muy exitoso empresario de Broadway, Florence Ziegfeld, cuyos “Ziegfeld Follies” eran mundialmente reconocidos por su espectacularidad, insistía en que sus bailarinas usaran medias de seda y el más fino mink en sus vestuarios. Sus amigos luego le preguntaban porqué tanta extravagancia, pensando que sus rentas serían mayores al usar imitaciones. La respuesta de Ziegfield siempre fue que ataviar a sus bailarinas con lo más fino no era un costo, sino una inversión muy redituable: al sentirse las bailarinas vestidas con lo mejor, proyectaban ese sentimiento al público de ser muy apreciadas como estrellas. ¿El resultado? El público fascinado y las salas no daban abasto a toda la gente que quería ver el espectáculo. ¿Y sus rentas? También espectaculares.

En los tiempos actuales existen ejemplos de la misma envergadura: Steve Wynn, el propietario de la cadena de hoteles/casino de super lujo de Las Vegas, no escatima en hacer que primero sus empleados se sientan estimados, rodeados de elegancia. Entre otras cosas, el comedor de los empleados es igual de lujoso que el comedor de sus comensales. Como lo relata el mismo Wynn: “Si quiero que mis clientes adinerados se sientan agasajados por el trato que reciben y la elegancia de mis hoteles, primero es necesario que mis empleados experimenten lo que es la elegancia y el buen trato, para que a su vez, transmitan esa experiencia a nuestros huéspedes . .” 

El cliente-centrismo, entonces, es una pronunciada ventaja competitiva para las empresas que lo dominan.

Los autores de Human Sigma,[4] John H. Fleming y Jim Asplund, han encontrado que comparado con sus competidores más grandes, empresas que cuidan el aspecto humano tienen un mayor rendimiento anual en un 26% de rentas brutas y en un 85% en el incremento de ventas. Por la misma vertiente, otro de sus estudios demostró que los grupos de trabajo comprometidos (“engaged”) con la empresa, son 18% más productivos, 12% más rentables, y 12% mejores en relacionarse con los clientes. En el caso de una cadena detallista, encontraron que las tiendas que optimizaron sus intangibles, generaron US$21 más en rentas por pie cuadrado que todas las tiendas juntas – lo cual se tradujo en una ganancia de más de US$32 millones anuales para toda la cadena. En el ámbito de las tarjetas de crédito, encontraron que los clientes “emocionalmente satisfechos” incrementaban sus compras en un 67% a través de un período de 12 meses — comparado con sólo el 8% de clientes “racionalmente satisfechos.” Definitivamente, entonces, el cliente-centrismo es redituable; por el otro lado, según Human Sigma, las empresas que no lo dominan, pronto pasaran al olvido.

No obstante, tradicionalmente, la gran mayoría de las empresas han medido – y siguen midiendo — su éxito exclusivamente sobre la base de cifras financieras y métricos económicos, sin darle una mayor importancia al lado “suave” de la empresa: esos intangibles humanos que finalmente son los que construyen o destruyen la reputación y el “brand” de la empresa. Esa miopía pudiese costar caro. Un estudio reciente ha demostrado que el 80% del valor de una empresa en el mercado, se debe a esos intangibles[5]. ¡80%!  No sólo eso. La contribución de los elementos intangibles es uno de los pilares de las economías más vibrantes del mundo. Por ende, acorde a Human Sigma, a la par de examinar constantemente a las cifras financieras, habría que agregar métricos que permitan constantemente monitorear (1) la satisfacción de los empleados, y (2) la satisfacción de los clientes – y la sinergia que se da entre los dos.

Para medir la satisfacción tanto de los empleados, como de los clientes, el cliente-centrismo parte de la premisa de que los seres humanos son entes complejos con necesidades psicológicas. Ni los empleados, ni los clientes son robots. Tienen sentimientos. En el trabajo se desempeñan mejor cuando se sienten motivados, y como clientes compran más cuando la experiencia de comprar satisface ciertas emociones – la principal siendo que la experiencia les haga sentirse mejor con ellos mismos. O sea que les ratifique que tomaron la decisión correcta en comprar sus servicios y/o productos.

Una investigación que realizaron los autores de Human Sigma, arrojó unos resultados muy interesantes. Encontraron que los clientes se dividen en tres categorías: los insatisfechos (o los que les da igual comprar un lugar que otro), los que dicen estar satisfechos con los servicios/productos, y los que estan apasionadamente comprometidos con la empresa. Lo interesante es que para fines de la rentabilidad de la empresa, los clientes que dicen estar satisfechos tienen el mismo impacto que los que se dicen indiferentes: o sea, nulo. Dicho de otra manera: los únicos clientes que tienen un impacto directo en la rentabilidad sostenida de la empresa, son los apasionados – y son el grupo más pequeño. Por ende, hay que buscar acrecentar ese grupo. ¿Cómo? Buscando establecer y luego nutrir una relación comprometida de largo plazo entre la empresa y el cliente. (En ingles, engaged clients are the most passionate representatives a company could have”).

El primer paso es establecer un vínculo de confianza. La confianza se desarrolla en cada encuentro del cliente y la empresa. Es una labor de trinchera, mano-a-mano, uno-a-uno. Todo encuentro o reafirma la confianza o la destruye. Por ende, la importancia en que no exista una variedad en las experiencias del cliente a través de toda la cadena, ni se diga, dentro de la misma sucursal/franquicia, etc. Sin embargo aquí hay un punto sumamente importante a puntualizar: cuando se trata de relaciones humanas, lo que no debe variar es la experiencia[6], más no el proceso. Aquí es donde difiere el “Human Sigma” del Six Sigma: procesos mecánicos son una constante que se puede mejorar a través de la definición minuciosa de cómo se deberá llevar a cabo.

En cambio, los seres humanos no son constantes. Cada individuo tiene su propia personalidad. Lo cual hace difícil que se les prescriba una cierta conducta universal para lograr el mismo resultado. El ejemplo perfecto son los guiones que le leen a uno al hablar por teléfono – y que hacen al que responde sonar totalmente acartonado. Además, al carecer totalmente de empatía con cualquier comentario que pueda hacer el cliente, para no salirse de su guión, el ejercicio es totalmente contraproducente: ni el cliente se siente satisfecho, ni el empleado se siente empoderado. No se puede legislar conducta. Lo que hay legislar – y medir – son los resultados. De ahí, que cada empleado llegue a la meta como mejor se adapte a su manera de ser y actuar: lo que importa es que el cliente se sienta bienvenido, reconocido, agasajado y validado. ¿Cómo lograr los resultados? A través de una extensa capacitación que incluya cursos y coaching personal.

No hay que olvidar que los patrones se repiten. Así como en casos de violencia y/o abuso familiar, el patrón se puede ir repitiendo por generaciones si no se rompe con ayuda profesional o consciencia personal, así empleados tienden a repetir con los clientes los patrones de cómo se les trata: si se les trata bien, y se sienten seguros de si mismos, con gusto tratan a los demás bien. Por el contrario, el empleado que se siente maltratado, tomado de hecho, inseguro en su trabajo, proyecta ese descontento hacia los demás.

En México el cliente-centrismo esta en ciernes. En una empresa que se quedara en el anonimato, una nueva secretaria le puso una luz a su escritorio al estar en una esquina oscura. Pasaron los días hasta que su jefe al estar esperando una cita con un director cuya oficina se encontraba a la diagonal, se sentó en la silla de la secretaria del director y se dio cuenta de que la luz le pegaba directamente en los ojos a la secretaria del director. Inmediatamente mandó cambiar la posición de la luz. Todas las demás secretarias a la redonda se quedaron atónitas. Perplejo el jefe les preguntó porqué. ¿La respuesta? Jamás en la historia de la empresa se había preocupado un directivo por ese tipo de detalle – y la percepción de las secretarias era que a los altos directivos no les importaba para nada el bienestar de sus empleados, no obstante posters de todos tipos y tamaños diciendo lo contrario. Y como esa empresa, muchas. La actitud de “para eso les pagan, no?” no sólo es totalmente anatema al cliente-centrismo, pero totalmente anacrónico y contraproducente.

Es tan sencillo tratar bien a la gente – y resulta que además es mucho más redituable que tratarla mal. Hay que hacer hincapié en que el cliente-centrismo no es lo mismo que servilismo. El servilismo es chocante; funciona para algunos, pero en el fondo es una actitud poco sincera. La gente no es tonta: saber percibir inmediatamente la autenticidad de otra persona. ¿Porqué no entonces actuar del corazón? Tratar a los demás con una cortesía sincera crea ambientes positivos, y ambientes positivos fomentan a la productividad . . . y a mayor productividad, mayor rentas. Todo va eslabonado.

En otro artículo seguiremos tratando las distintas aristas del cliente-centrismo; por ahora lo importante es hacer consciencia de que la economía emocional es el pilar de la economía de mercado. Si le prestamos la atención que merece, la economía de mercado se verá mucho más fortalecida, lo cual a su vez impulsará al sano crecimiento económico del país para bien de todos.


[1] Por ejemplo, cuantos de ustedes pueden escribir “dolor de cabeza” en 5 letras. . . .?

[2] Fleming, John H., Ph.D; Asplund, Jim (2007). Human Sigma. New York, New York. Gallup Press, p. 67

[3] Joseph LeDoux – un neurocientífico de la Universidad de Nueva York, ha postulado que es más fácil que las emociones dicten nuestros pensamientos, a que reacciones racionales mitiguen las emociones. Por la misma vertiente, Antonio Damasio ha demostrado que los dos sistemas que llamamos “emociones” y “racionalidad” en realidad existen totalmente entrelazados e interdependientes. Lo cual sugiere que las emociones son centrales a las decisiones cotidianas.

[4] Fleming, John H., Ph.D; Asplund, Jim (2007). Human Sigma. New York, New York. Gallup Press. “Human Sigma” es la respuesta de los autores al “Six Sigma.”Así como el Six Sigma busca lograr una mayor calidad en los procesos de transformación, el Human Sigma busca mejorar la calidad de las relaciones humanas entre la empresa y sus empleados, y luego de los últimos con los clientes – entendiendo que existe una sinergia entre las dos relaciones, y por lo mismo, no se pueden estudiar por separado.

[5] Lev, B. (2001). Intangibles: Management, measurement, and reporting. Washington, D.C.; Brookings Institution Press

[6] Sanborns es un perfecto ejemplo. No importa donde esté uno en la república mexicana, Sanborns sirve de una referente familiar porque uno sabe que su experiencia en cualquier ubicación será la misma.

Este artículo fue publicado en la revista IMMEXPORTA en 2009. (c) 2013 Alicia Catalina González Aldape / Alina A.C.E. Aldape. Todos los Derechos Reservados

INNOVACION A LA MAXIMA POTENCIA: HAY QUE DESENCADENAR AL TALENTO!

 INNOVACION A LA MAXIMA POTENCIA = DESENCADENAR AL TALENTO

   Por la Dra. Alina A.C.E. Aldape

 “El mayor peligro para la mayor parte de nosotros no es que nuestras aspiraciones sean tan altas que no las podamos alcanzar; sino que sean demasiado bajas y las alcancemos” Michelangelo 

México es un país privilegiado. Cuenta con un acervo de Talento (ciertamente con mayúscula) extraordinario. Los mexicanos somos inteligentes, ingeniosos, hábiles, trabajadores, cálidos, creativos hasta lo máximo, muy visuales, sensuales, de gran sentido de humor y de gran fe. También se nos da mucho la innovación, más no a los niveles a los que podríamos aspirar. Indudablemente hemos sido grandes innovadores en muchos rubros. Para citar nada más algunos: la televisión a color, el primer edificio con cimientos antisísmicos, la primera máquina para elaborar cigarros, el primer fúsil automático de 60 balas por minuto, la primera técnica para elaborar el cartón, la tinta indeleble, el descubrimiento del agujero en la capa de ozono, las tarjetas de prepago para los celulares, teleguía, la píldora contraceptiva, el Cine Pop, la Ciudad de los Niños, etc. Todo ésto sin un sistema político/económico que verdaderamente aliente y capitalice a la innovación como tal. ¡Imagínense los niveles de bienestar que podríamos alcanzar si tan sólo desatáramos al Talento y lo dejáramos innovar a sus anchas!

El Diagnóstico de los Tiempos = Competitividad x Innovación2

El diagnóstico está dado. Hoy por hoy, estamos todos de acuerdo de que la contienda en el contexto de la economía globalizada y del conocimiento se está dando, y se seguirá dando, en el ámbito de la competitividad, y que el éxito se finca en la innovación. Lo que quizás falta asimilar es que no sólo se trata de la innovación, pero de una innovación a paso redoblado. Así, el gran dilema de los tiempos actuales es cómo fomentar a la innovación a la de YA. Este artículo argumentará que la innovación no se da por fiat, sino que se da quitándole las cadenas al Talento, creándole un entorno sistémico que permita florecer su creatividad y de ahí la innovación. Esto tanto al nivel empresarial como de país. Para calentar motores, primero una breve exposición del contexto.

Comercio Electrónico = Una Economía, Un Mercado

Acorde al gran visionario de la administración de empresas, Peter Drucker, en la nueva geografía mental creada por el ferrocarril, el hombre dominó la distancia. En la geografía mental actual del comercio electrónico, las distancias se han esfumado. Por ende, según Drucker, en el presente ya no existen “mercados domésticos” per se, sino que sólo existe una economía y un mercado en el mundo – lo cual, declaró, implica que  todo  negocio a fuerzas tiene que ser globalmente competitivo, aún cuando fabrique o venda sólo dentro de un mercado local o regional. El corolario inmediato es que el benchmarking y las best practices se tienen que medir no al nivel local, sino al nivel de las mejores empresas del mundo entero.

Competitividad = Innovación + Velocidad

Bill Gates agrega que si los ‘80s se enfocaron en la calidad, y los 90’s en la re-ingeniería, el tema clave de la década de los 2000 es la velocidad. Dicho de otra manera, para Gates, el tema contundente de los tiempos actuales es qué tan rápido cambiará la esencia misma de las empresas sobre la base de qué tan expeditamente se puedan realizar los negocios. Manifiesta que al llegar a cierto umbral la velocidad en los negocios, los últimos se transforman. Da el ejemplo de una empresa manufacturera que al responder a cambios en sus ventas en cuestión de horas, deja de ser una empresa de transformación para convertirse en una empresa de servicio — con una oferta de productos.

Economía del Conocimiento = Creatividad + Innovaciónn

En efecto, conforme a que la humanidad ha pasado de fincarse en una economía agrícola para luego dar paso a la era industrial, y de ahí llegar a la economía actual del conocimiento, los negocios han ido avanzando de producir y vender “commodities,” a producir y vender productos, de ahí servicios, y en la actualidad, experiencias. Si antes importaban la creatividad y la innovación, hoy importan exponencialmente más.

“Innovación” = ?

Aún cuando se tiende a hablar de la innovación en el contexto de la tecnología, el campo que abarca en la realidad es mucho más amplio: la innovación se puede dar y encontrar en los rincones más recónditos de cualquier negocio – desde los baños hasta la suite presidencial. Por lo mismo, definiciones hay muchas. Sobresalen entre ellas:

Andrew Zolli, el CEO de Global Trends, propone que la innovación es la creación de un nuevo valor agregado para satisfacer una demanda a futuro. Enfatiza que es el aspecto de satisfacer una demanda a futuro lo que distingue a la innovación de una mera “creación”. Sin embargo, el Internet – quizás una de las más grandes innovaciones de todos los tiempos – surgió de una necesidad interna de comunicación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, sin contemplar su demanda a futuro comercial. Incluso, su primer uso comercial – por unos abogados – causó un enorme revuelo y gran polémica. Quizás el día de hoy hay demasiado énfasis en el uso comercial de toda innovación, cuando es muy factible literalmente tropezarse con alguna innovación que de inicio no tenga vertientes comerciales, pero que pueda ser el eslabón de otra innovación con enorme potencial comercial a la post. Por ende, no hay que echar en saco roto tan rápido innovaciones que no aparenten tener demanda a futuro.

Por otro lado, Terry McGraw, el CEO de McGraw-Hill Industries, (la editora de “Businessweek,” entre muchas otras publicaciones), y el responsable de exitosamente modernizar a la empresa – postula que la innovación es más bien un estado mental: es una mente abierta que está constantemente conciente de los cambios y que se mantiene al pulso de las tendencias para estar realizando mejoras e innovaciones continuas en absolutamente todos los aspectos de los negocios. O sea, la innovación es una especie de Six Sigma Mental que conlleva a realizar cambios fundamentales en la manera en que se hacen las cosas.

Lo importante es que bajo cualquier definición, la innovación no es un concepto estático, sino un concepto dinámico que se va adaptando a su entorno. Esto es sumamente importante de entender, porque — volviendo a citar a Peter Drucker – los cambios sociales pueden ser más importantes para el éxito o el fracaso de una empresa y sus ejecutivos que los mismísimos hechos económicos.

Creatividad + Innovación = f (Innovadores) y los Innovadores = ?

Sea cual sea la definición de lo que constituye “innovación,” todos tendríamos que estar de acuerdo de que la innovación empieza en la cabeza de un ser humano, ¿o no? Para decirlo más elegantemente, la innovación emana del Talento con el que cuenta una empresa, un país. Y los innovadores, ¿nacen o se hacen?

Hay quienes son de la opinión considerada que prácticamente nacen. Se basan en un estudio que mostró que las personas innovadoras – o sea, las que no pueden resistir estar innovando en cada momento —  se forman desde su niñez, en general en ambientes donde sus padres resolvían problemas caseros como componer las fugas de aguas, aparatos electrodomésticos, etc., en lugar de hablarle al plomero, etc. Por ende, para cuando esos individuos llegan a la madurez, la innovación para ellos es tan natural como respirar. Según ésta corriente, entonces, lo que se requiere para avanzar en materia de innovación son dos que tres “innovadores” que se dediquen de tiempo completo a “innovar,” y los demás a apoyarlos.

Bajo esta visión, una gran parte de la población mexicana debe traer la innovación en sus genes – lo que le ha faltado son las oportunidades y los mecanismos para capitalizar sus innovaciones. Más sobre ésto más adelante.

Otra vertiente más acorde a las exigencias de los tiempos, dice que en la época del conocimiento, TODOS  pueden ser innovadores si los incentivos son los correctos. Al ser el experto en su área, cualquier Talento tiene el potencial de saber mejor dónde se pueden mejorar las cosas – y al juntarse suficientes mejoras, se da el salto a la innovación.

Innovar = f (Sentido Común + Capacidad de Observación Detallista) 

Los resultados de las innovaciones muchas veces pudiesen ser espectaculares, pero las innovaciones mismas no necesitan ser apantalladoras. Ideas innovadoras pueden provenir de los lugares más inesperados – y se pueden dar en el detalle más simple. Innovaciones que han cambiado inclusive el curso de la historia, vistas de lejos se aprecian obvias por lo sencillo y el sentido común de las mismas. Sin embargo, en su momento representaron un gran cambio de paradigmas. En materia del comercio, una de esas innovaciones se dio cuando un productor inglés de lana decidió un buen día que ya no estaba satisfecho con esperar a que los pedidos le llegaran a él, y le encarga a un representante a salir a conseguir más pedidos de las zonas aledañas. Suena obvio, pero en su momento histórico representó una revolución en la manera de hacer las cosas; una revolución que impulso al comercio a despegar de forma importante — hasta que llegó el ferrocarril que llevaría al comercio a todavía otro nivel enteramente.

Un camionero americano es el responsable de otro gran hito en la historia del comercio. Sentado toda la noche en su camión esperando a que terminaran de descargar todo el algodón que traía para embarcar, decidió que tenía que existir una mejor manera de hacer las cosas . . . e inventa el container: una simple caja, pero una caja que transformó al comercio exterior para todos los tiempos. Sin embargo, se requirió de una enorme persistencia contra una gran resistencia, y la toma de unos riesgos prácticamente sin precedentes para los tiempos, para convertir al uso de los containers en una realidad.

Innovaciónn = Talento + Ambiente Propicio

Si se requieren pocos o si todos le pueden entrar al juego de la innovación, lo cierto es que para que florezca la innovación a todo lo que da, se requiere de un ambiente y de incentivos que la alienten. ¿Cuál es ese ambiente? Tanto dentro de la empresa, como al nivel de país, los siguientes detonadores tendrían que ser el sine qua non de la innovación:

La innovación empieza y termina con el Talento. Por ende, el primerísimo requerimiento es apreciar, valorar y respetar a ese Talento – no sólo es importante formar o contratar agentes de cambio con actitudes proactivas y con gran curiosidad intelectual, pero quizás hasta más importantemente, hay que saber como retenerlos.

De ahí es absolutamente indispensable que exista una comunicación libre, abierta, y sobre todo muy clara. .La importancia del libre flujo de la información para la innovación no se puede recalcar lo suficiente.. Por más buena que sea una estrategia de promover a la innovación, sin una comunicación clara, sencilla y directa a todos los niveles, esa estrategia va a naufragar.

A la par, el Talento debe contar con una libertad de acción que fomente la iniciativa propia. Ni el micro-dirigir, ni el concentrar todas las decisiones en el Director General funcionan en la época de la innovación; sólo llevan al estancamiento.

El Talento debe contar con las herramientas adecuadas.

El Talento debe sentir la confianza de poder fallar y tomar riesgos en la búsqueda de nuevas soluciones y maneras de hacer las cosas; y

El Talento debe contar con incentivos de reconocimiento y de compensación.

Por el otro lado, el innovador mismo tendría que además contar con una enorme fe en si mismo y sus ideas, y una persistencia extraordinaria en el seguimiento de sus ideas.

La Innovación en la Empresa = Líder + Comunicación

Si partimos del supuesto de que la innovación comienza con el Talento de una empresa, el siguiente supuesto de suma importancia es que *EL LIDER MARCA LA PAUTA*.

Los valores y el ambiente innovador de una empresa y sus direcciones corren por la cuenta de los líderes de la misma. Si el líder de la empresa o de una dirección de verdad aprecia que los clientes número 1 de su empresa son sus Talentos – compensándolos bien — y busca apoyarlos comunicándose con ellos clara y sencillamente, brindándoles las herramientas adecuadas; haciéndolos crecer permitiéndoles una libre acción, exponiéndose y mostrándose accesible y siendo el principal propiciador y alentador de ideas novedosas sea de donde vengan, ese mensaje repercutirá al resto de la empresa. Por el contrario, si el líder da discursos bonitos, pero en la práctica es inaccesible, desapegado, y no quiere saber de cosas que no estan a su nivel – como es la costumbre en México – ese también será el mensaje real que se apreciará en la empresa, con una resultante de grandes oportunidades perdidas.

Microsoft y Bill Gates ilustran perfectamente esta premisa. Resulta que a Microsoft le pasó de noche el Internet. Gates estaba concentrado en la banda ancha y consideraba que el Internet iba a ser un fenómeno pasajero de poca importancia. Sin embargo, unos empleados que estaban más cerca del mercado se dieron cuenta de la suprema importancia del Internet y se lo hicieron saber a Gates a través de e-mails y presentándoles sus ideas al mismo. Gates reaccionó y lo demás es historia. Pero el punto a remarcar es el que hace el mismo Gates: ¿se hubieran atrevido esos empleados a enviarle esos e-mails al CEO de la empresa si no hubiera sido porque desde el primer día de su existencia, el CEO hizo hincapié en la importancia de la comunicación a todos los niveles, y en la práctica el CEO respondía personalmente a todos los e-mails que le enviaban los empleados de todos los niveles de la empresa? ¿Cuántas empresas mexicanas pueden decir lo mismo? Según Gates, en la economía del conocimiento, el CEO tiene que dejar su ego en la puerta y abrirse a las ideas de todos los empleados de su empresa.

Google es otro perfecto ejemplo. Los que hayan tenido la oportunidad de ver las fotos de sus oficinas que andan circulando por el Internet, apreciarán que más que un corporativo, el campus de Google se parece a un parque de diversión: está específicamente diseñado con la flexibilidad máxima para darle al Talento el más amplio espacio físico y psicológico para que le de rienda suelta a su creatividad. Nada de formalismos que constriñen. El Talento viste cómodo y puede trabajar lo mismo que en su oficina que en el salón de pool, que en el comedor, a las horas que quiera. Si necesita tomar un descanso para esparcir su mente, se puede ir a correr, andar en bicicleta, etc. en el momento en que lo necesite. Todo está diseñado para que tenga todas las herramientas que necesita a la mano a todas horas, y para apoyarlo en su creatividad y productividad. Los resultados estan a la vista de todos.

Todo mundo sabe quien es Steven Jobs. Saben que fundó la empresa que cambió el mundo de las comunicaciones para siempre. Lo que igual y no saben es su manera de llevar a la innovación a exceder toda clase de límites. No obstante que Pixar, su empresa de animación digital, ya era un gran éxito con películas como Toy Story, a Steve Jobs le preocupó que sus animadores cayeran en la complacencia. Para moverles el tapete, invitó a dirigirlos a un director que venía de un fracaso financiero en su última película — y le dio mano libre para re-inventar la manera de hacer las cosas. ¿El resultado? Dos oscares: uno por Ratatouille y el otro por The Incredibles! Como dijo Brad Bird (de Los Simpsons), el director contratado: ¿cuándo se ha visto que una empresa en la cima de su éxito contrate a alguien que viene de un fracaso para moverles el tapete a sus fabulosos animadores?? ¡Eso es realmente entender el proceso de creación!

El caso es que Brad Bird si les movió las cosas, recalcando la enorme importancia de poder disentir libremente, apreciando y reconociendo en particular a las “ovejas negras” – aquellos talentos inquietos e inconformes de ideas poco convencionales, pero que por lo mismo suelen ser la fuente de importantes mejoras y es muy importante retenerlos – y de inculcar un espíritu de motivación en el equipo. El entendió el punto básico que un equipo desmotivado no rinde lo que rinde un equipo motivado y comprometido: por cada dólar que se invierta en un equipo desmotivado, el mismo rendirá 25 centavos. En cambio por cada dólar que se invierta en un equipo motivado, se obtienen tres dólares. Un equipo motivado es el que siente invertido en el proceso; es decir, que se siente apreciado por que se toman en cuenta sus ideas, se les mantienen informados y apoyados en sus proyectos. De ahí, la innovación fluye de forma natural; a veces con mucho sudor y lágrimas, pero se da – sobre todo si existen incentivos psicológicos y financieros.

$$$$ La Importancia de los Incentivos Financieros $$$$

A contrapelo de la práctica en México de pagar lo mínimo que se pueda al Talento, en Estados Unidos se paga – y muy bien – por las ideas nuevas. ¿El resultado? Hay empresas como Cisco Systems que tienen a Talentos en el mundo entero haciéndoles llegar ideas novedosas.

Como parte de su estrategia de innovación, Cisco lanzó su “Cisco I-Prize,” un concurso al nivel internacional para constituir una nueva unidad de negocios. El equipo ganador recibe US$250,000 de premio y la oportunidad de emprender una nueva unidad de negocios dentro de Cisco. Cisco ha recibido respuestas de personas de todos los estratos de 10 países en 5 continentes. Recibió más ideas en dos meses que en un año y medio a través de otros métodos.

Como Cisco, Microsoft y muchas otras empresas más. Microsoft anualmente le otorga US$25,000 al equipo de estudiantes que mejor use la tecnología para resolver un problema de la vida real. En el 2007, el Presidente del Consejo de Virgen Group, Richard Branson ofreció US$25,000,000 a través de Virgin Earth Challenge para fomentar el desarrollo de alguna manera de eliminar los “greenhouse gases.”

Todos los premios no necesitan ser de esas magnitudes, pero si una empresa quiere que sus Talentos se esmeren por innovar y producir ideas novedosas, debe de existir un sistema que las premie. De otra manera, el Talento no tiene porque regalarle sus ideas a una empresa que no se las reconoce, y partir ya sea a otra empresa más acogedora o montar su propia empresa.

La Innovación al Nivel País

Como parte del fomento a la innovación, en México se habla mucho de las llamadas empresas “gacelas”. En principio, estan inspiradas en las “Start-Ups” de los Estados Unidos; pero les falta la parte que las haga realmente viables: la recompensa económica.

Las Start-Ups son empresas que desde que se constituyen se distinguen de cualquier otro tipo de empresas al nacer en el “fast-track.” Generalmente son empresas de alta tecnología que pretenden dar el siguiente salto tecnológico que revolucione la manera de hacer las cosas. Son necesariamente empresas de alto riesgo, financiadas en su gran mayoría por capital de riesgo – tanto de “ángeles” individuales como de “venture capital funds” – fondos institucionales de riesgo. En prácticamente todas las Start-Ups, casi todos, sino es que todos, los empleados cuentan con acciones en la empresa. Las Start-Ups normalmente juegan a llegar a ser lo suficientemente interesantes para que una empresa grande como Microsoft las adquiera por muchos dólares, o para llegar a cotizar en el NASDAQ o el New York Stock Exchange a través de un “IPO” – inicial public offering — por enormes ganancias. En el Silicon Valley abundan Talentos por doquier que se volvieron todos multimillonarios gracias al IPO de su empresa, pero que siguen trabajando por el mero placer de seguir empujando el sobre.

En contraste, en México aún no existen los incentivos financieros para la innovación. La CONACYT y la Secretaría de Economía realizan una labor heroica con sus fondos de apoyo, pero sigue faltando un sistema económico y financiero  que se conjugue para premiar y asi incentivar las grandes innovaciones. Entre otras cosas faltan más fondos de riesgo y distribuir más las acciones en las empresas. Además falta, ya sea dinamizar a la Bolsa Mexicana de Valores, o crear una institución similar al NASDAQ. Para lograr eso se requieren grandes reformas en materia del “corporate governance” – la forma en que se estructuran y se administran las empresas que pretendan cotizar en bolsa, convirtiéndose así en empresas “públicas.” Sobre todo se tienen que proteger los derechos de los accionistas minoritarios, y regular el uso indebido de información privilegiada, para que la Bolsa Mexicana y/o una institución tipo NASDAQ verdaderamente se conviertan en  instrumentos ágiles del financiamiento de las empresas y se pueda dar un fenómeno similar al de los IPOs americanos.

De otra manera, seguiremos volando bajo el radar, alcanzando quizás nuestras aspiraciones pero nunca realizando el enorme potencial del Talento del país que nada más requiere que se le desencadene para volar hacia las máximas alturas.

La Dra. Alina A.C.E. Aldape es abogada internacional egresada de la Escuela de Derecho de Stanford. Estudió, vivió y trabajó en el Silicon Valley por 28 años. Fundó el bufete «The Americas Law Group,» el cual fue citado como un modelo de éxito bajo el NAFTA, y por el cual fue nominada como «Entrepreneur del Año.» A la post, la trayectoria de la Dra. Aldape llevó a que se le escogiera como uno de los 3 casos presentados por México para el proyecto mundial de las 10,000 Emprendedoras de Goldman Sachs. La Dra. Aldape ha asesorado a numerosos entrepreneurs, y ella misma sigue siendo una.

Artículo publicado en la revista IMMEXPORTA en 2008. (c) 2013 Alicia Catalina González Aldape / Alina A.C.E. Aldape. Todos los Derechos Reservados

 

CREANDO EL ECOSISTEMA PARA EL ÉXITO EN LA ECONOMIA GLOBAL DE LA INTELIGENCIA

CREANDO EL ECOSISTEMA PARA EL ÉXITO EN LA ECONOMIA GLOBAL DE LA INTELIGENCIA

Por la Dra. Alina A.C.E. Aldape

Abogada Empresarial Internacional Egresada de la Escuela de Derecho de Stanford; Comentarista en Temas Globales de Competitividad, Innovación y Geopolítica y Geoeconomía; Entrepreneur

Twitter: @DRA_ALINA_ALDAP (Español) @ACE_CHEERS2U (Inglés)

En la economía, el entorno lo es todo. Este artículo explorará cómo crear el ecosistema que optimice el éxito en la actual economía global de la inteligencia.

LA DESESPERANTE SITUACION ACTUAL

Hoy por hoy, México y el mundo están en una encrucijada. Más que eso, gobiernos de los países desarrollados están francamente desesperados. Unas más, unas menos, pero prácticamente todas las economías del mundo están estancadas o inclusive se están contrayendo. Lo peor es que las tasas de desempleo o van a la alza o no terminan de bajar, mientras que los llamados «Estados del Bienestar» («Welfare States») están sobre extendidos en sus finanzas. Ya se han dado estallidos sociales en algunos países. Por lo tanto, al nivel mundial, urge encontrar una solución para salir del atolladero[1] Algunos países «emergentes» – México incluido – han sorteado mejor la crisis, pero eso no quita que deban quitar el dedo del renglón.

DIAGNOSTICANDO AL PROBLEMA

¿Pero, de cuál renglón? Para resolver cualquier problema, primero es necesario diagnosticarlo correctamente. Algunos países se han enfocado en sus déficits, imponiendo la austeridad con pocos, si nulos resultados. Otros le han apostado al comercio exterior, al haber sido un motor importante de sus economías. Sin embargo, aún cuando no ha dejado de ser un apoyo importante para algunos países, la situación mundial también lo ha cobrado como una de sus víctimas, al bajar sus niveles en general[2].

Todavía otros han insistido en que el problema estriba en como incrementar los empleos dentro de su economía nacional; sin embargo, de ser el problema, está planteado al revés. Empleos no se crean por arte de magia de la nada. Ciertamente el gobierno puede crear empleos valiosos que contribuyen a la seguridad y al bienestar de la sociedad, pero los empleos productivos de valor agregado que crean riqueza y alzan el nivel de vida de todos, los crean individuos que lanzan nuevos negocios o crecen empresas establecidas. Hay estudios que demuestran que entre esas dos situaciones, las nuevas empresas son las que crean más de ese tipo de empleos – y de éstas, sobre todo las llamadas “start-ups”: empresas de alta tecnología que transforman la mismísima manera de conducir la vida, y que en muchos casos crecen a ser grandes empresas multinacionales (Apple, Google, etc.). De cualquier forma, entre más empresas, más empleos. Lo lógico, entonces, sería fomentar la creación de más empresas. Dicho de otra manera, habría que fomentar al emprendedorismo en todas sus modalidades: intrapreneurship (al interior de empresas establecidas) y entrepreneurship (tanto en su sentido estricto el cual se refiere al lanzamiento de las llamadas “start-ups” descritas anteriormente, como en su sentido más expansivo, el lanzamiento de negocios nuevos de cualquier giro – o sea las pymes)[3].

Antes de continuar, aquí habría que brevemente puntualizar que las buenas noticias son que muchos gobiernos – y el de México en particular – han llegado a la misma conclusión, y están realizando esfuerzos importantes respecto al impulso del emprendedorismo. Indudablemente cualquier impulso ayuda a la causa, pero hay que tener presente que el emprendedorismo siendo más bien un estado mental que se finca en la creatividad y la innovación, acompañado de un proceso de gestación orgánico, es un producto natural del sector privado. Difícilmente se puede legislar o exigir desde la autoridad; más bien hay que realizar cambios profundos en las culturas. Aquí la situación es que dadas que las dos constantes de la globalización actual son el estado perpetuo de grandes cambios y transformaciones, y la vertiginosa velocidad a la que se están dando, el tiempo apremia y las evoluciones culturales toman tiempo.

No obstante, hay una luz muy brillante en materia del emprendedorismo: los jóvenes mexicanos que han asimilado al concepto en su cabalidad y están enfocando sus energías creativas a emprender no obstante lo que esté o no esté haciendo el gobierno – y así deber ser. Es más, entre menos dependan del gobierno, mejor. El último está para brindar apoyos importantes como capacitación, información sobre mercados, etc., más no para captar dependientes, ni para estar escogiendo ganadores y perdedores en el mercado, ni para estar micro administrando a las empresas que esté apoyando  –  todo lo cual es la mismísima antítesis del emprendedorismo[4].

Además – continuando con la discusión – aún cuando los negocios luego tienen sus propios ciclos, para que el emprendedorismo verdaderamente florezca y llegue a su auge, se necesita crecimiento económico – y éste a su vez, necesariamente se finca en la competitividad.

EL PROBLEMA REAL Y DE FONDO

Así, llegamos al meollo de este artículo y de la situación mundial: el problema real y de fondo, es una crisis de competitividad. Desde antes de la crisis financiera/económica del 2008, la competitividad ya se venía perfilando como el tema toral de la globalización y la marca de los ganadores; después de la crisis[5] – cuando el poder adquisitivo de los ciudadanos de prácticamente todos los países se vio, y sigue, muy mermado, y escogen los productos y servicios que van a comprar con mucho esmero – es *el* tema que merece el 150% de la atención de todos los entes que inciden en las economías mundiales. Muchos países – pero sobre todo los desarrollados – han perdido de vista la brújula que alguna vez los llevó a ser desarrollados. Hay re-encontrarla y mejorarla.

Si la competitividad no está presente a lo largo y ancho de una economía, de la sociedad y todos sus sectores, todo lo demás no funciona – ni el emprendedorismo, ni el comercio exterior, ni la economía doméstica – o no funciona de una manera óptima que garantice al éxito en la economía global de la inteligencia. Por ejemplo, los tratados de libre comercio son un activo muy importante de un país, pero si los productos y servicios no son competitivos, no se puede tomar la debida ventaja de los mismos.

El otro lado de la moneda es que si la competitividad permea una economía y su sociedad (individuos, familias, gobierno, instituciones académicas, empresas, organismos), *todo* funciona, y hay crecimiento económico. Productos y servicios competitivos prácticamente se venden solos, creando una economía nacional dinámica donde se crea riqueza por la cual se pagan más impuestos[6]. Por el otro lado, el comercio exterior también se beneficia al contener los productos de exportación un mayor contenido nacional y los tratados les dan una importante ventaja estratégica a esos productos y servicios competitivos al conferirles preferencias que no gozan sus competidores. Por ende, la necesidad de crear el ecosistema que fomente e impulse la competitividad.

¿PERO, QUE ES LA COMPETITIVIDAD?

Muchos hablan de la competitividad, pero luego la entienden de diferente manera acorde al contexto que manejan. Reducida a su mínima expresión, la competitividad se podría definir como la producción de productos y servicios de valor agregado al mejor precio. Suena sencillo y fácil. Sin embargo, en su ejecución, la competitividad es un ecosistema complejo de varios ejes y muchas aristas – todos los cuales se alimentan entre sí. Un mapa mental ayuda a visualizar que tan complejo es en realidad:

 Image

 

LOS EJES DE LA COMPETITIVIDAD

Cómo se puede apreciar del mapa mental, los 5 ejes principales de la competitividad son:

1. Los individuos;

2. La sociedad;

3. La educación – entendida en su expresión más amplia, más allá de la educación institucional;

4. Los usos y costumbres del sector privado;

5. Políticas públicas del Estado.

En el contexto de los tiempos actuales, para que los individuos, empresas y países sean verdaderamente competitivos, es necesario una transformación profunda a lo largo de todas las aristas que emanan de cada eje. Por ende, es un proyecto monumental donde *todos* los entes de la sociedad se tendrían que enfocar, conjugar y participar para llegar a la meta.

Mientras que lo ideal sería que los esfuerzos se realizasen en paralelo, para avanzar más rápido, se logra más dividiendo una tarea tan grande en sus componentes más acotados y específicos a la vez de  establecer prioridades claras. Siendo así, se sugeriría que la primera prioridad sería empezar por lo más básico y por *la* pieza clave de la competitividad: transformando al *individuo*. Al final de cuentas, en su esencia, la competitividad se reduce a la actitud, preparación e interacción de los individuos miembros de la sociedad. Además, al querer transformar al individuo, necesariamente entran en juego todos los demás ejes y sus aristas.

LA COMPETITIVIDAD = función  CREATIVIDAD + INNOVACION

                                                     COMPETENCIA SANA Y LIBRE

Para producir productos y servicios de valor agregado al mejor precio, se requiere de la creatividad y la innovación – las cuales florecen más en la presencia de una competencia libre y sana basada en la libertad de tomar decisiones económicas propias. Visto de esta manera, hay que necesariamente empezar por formar y forjar individuos creativos e innovadores, libres de ejercer su iniciativa propia.

Subrayarlo pudiese ser lugar común, y sin embargo, aún permanecen rezagos importantes en las economías emergentes – incluyendo al mismo México – de los tiempos cuando sus economías y sus sociedades estaban básicamente cerradas. Así, en sociedades acostumbradas a un estatismo preponderante, al corporativismo que sofoca la iniciativa propia, a los recintos académicos que no alientan al pensamiento crítico en aras de una disciplina férrea que termina fomentando la sumisión, donde ser diferente y destacar no es bien visto, donde ser inconforme es ser calificado como sobre saltado, donde todo es micro-administrado en aras de una uniformidad opresiva, y se fomenta la dependencia prácticamente total en las dádivas gobierno, es nadar contra la corriente intentar forjar ese tipo de individuos.

Por otro lado, México puede cuando quiere. México tiene todo para ser más competitivo al nivel país, de empresa e individual y va en el camino correcto. La misma apertura económica, más la enorme influencia del internet y de las redes sociales, lo están transformando y convirtiendo en una sociedad más abierta, creativa e innovadora, que lo llevará a ser más competitivo en el ámbito mundial – pero hay que seguir avanzando en el tema a paso redoblado.

EL INDIVIDUO PARA LOS TIEMPOS

La competitividad finalmente depende de individuos con las siguientes características:

  1. Personas auto-suficientes muy perseverantes de alta auto-estima y confianza en sí mismas, y que la sepan proyectar;
  2. Personas inconformes, pro-activas, decididas, ávidas de tomar la iniciativa propia, flexibles, optimistas, de mente abierta con la capacidad de respuestas rápidas ante situaciones impredecibles, sin temor a tomar riesgos mesurados, que sepan aprender de sus fracasos, y más importantemente, que sepan cómo levantarse de los mismos y seguir adelante;
  3. Personas que le entren al trabajo duro eficiente y eficazmente, que sepan trabajar en equipo, y que a la vez sepan enfocarse como láser en el proyecto a la mano; que entiendan que no es el esfuerzo el que cuenta, sino los resultados;
  4. Personas pensantes, capaces de pensar, por un lado, crítica y analíticamente, que sepan articular sus posturas por escrito y verbalmente, y que por el otro lado, sepan observar y pensar creativa e innovadoramente;
  5. Personas que siempre busquen superarse, y continuamente aprender;
  6. A la par, personas poseídas de una intensa curiosidad intelectual y que sepan realizar investigaciones profundas y exhaustivas;
  7. Personas con una actitud de vida positiva, y que proyecten un gran entusiasmo y pasión por todo lo que hacen; al mismo tiempo que sepan manejar la ambigüedad y la incertidumbre;
  8. Personas que les guste competir sanamente y que les guste participar en los deportes – con gran integridad y probidad;
  9. Personas con sentido del humor que no se tomen muy en serio a sí mismos, pero sí a su trabajo;
  10. Personas que al ir desarrollando sus experiencias de vida, vayan formado el juicio para distinguir entre lo que vale y lo que no vale de las montañas de información a las que tienen acceso hoy en día;
  11. Y quizás, lo más importante: personas que entiendan la psicología humana, a quienes les guste la gente, y que tengan una gran inquietud por, y percepción de cómo ayudarla, y cómo manejar las relaciones humanas con mucha mano izquierda.

LAS ARISTAS – LA FAMILIA, LA SOCIEDAD  y LA EDUCACION

Mucho ya se ha comentado en los medios y en discursos sobre la necesidad imperante de transformar a la educación institucional para que prepare a individuos con las habilidades y capacidades más acordes a los tiempos. Totalmente correcto. Forjar éste tipo de individuos requiere de educación, nada más habría que agregar que se requiere de una educación en la cual deben confluir todos los entes de la sociedad. El auto-estima empieza en casa y el primer punto de contacto para formar éste tipo de individuo, es la familia. En casa, bajo la tutela de los padres, es donde se aprende a ser inquisitivo, imaginativo, arrojado. Pero la familia también se retroalimenta de la educación que están recibiendo los hijos en la escuela, y de los mensajes que emiten los medios, las redes sociales, el entretenimiento y los amigos – sobre todo en éstos tiempos de grandes cambios. Por ende la importancia de que esos medios también emitan mensajes positivos que apoyen la formación descrita arriba.

No obstante, la educación institucional, en efecto quizás sea la influencia más transformativa, simplemente por que ahí es donde se “socializa” a los niños y jóvenes y los mismos pasan la primera etapa de sus vidas. Al respecto, el modelo de educación que se ha venido siguiendo en todo el mundo ha sido uno donde se trata a los alumnos como si estuvieran en una fábrica donde la enseñanza es del estilo cookie-cutter donde se les trata como si one size fits all,” y donde la creatividad y la iniciativa propia no son exactamente alentadas. Para colmo, hay donde luego se les considera a los alumnos un mal necesario para impulsar las carreras de otros. Por lo mismo, reviste de *enorme* importancia que todos los recintos académicos se transformen profundamente para poner a los alumnos al centro de un aprendizaje más personalizado e interactivo que de la enseñanza pasiva. La curricula necesita revisarse a fondo, y las carreras re-pensadas para darles mayor flexibilidad e incluirles cursos multidisciplinarios.

Andrés Oppenheimer, ha escrito un excelente libro sobre la educación – “¡Basta de Historias!” – habiéndose abocado a viajar por todo el mundo para comparar los sistemas educativos de distintos países. Lamentablemente, en cuanto a México, señala que el Informe de la Competitividad de México de 2009, del Foro Económico Mundial, expone que uno “de los mayores obstáculos para aumentar la competitividad del país son sus universidades.” Aparentemente, Bill Gates está de acuerdo. Lo cierto es que la educación al nivel mundial está en plena transformación, y en México también existe un ánimo reformista. No hay que dejar que los anticuerpos institucionales – públicos y privados – la descarrilen.

LAS ARISTAS – LA CULTURA EMPRESARIAL

A partir de ahí, lo qué más influye es la cultura empresarial, al ser el trabajo el lugar donde más tiempo se pasa en la vida después de la educación formal. Por ende, también impactan – y mucho – las políticas de las empresas del sector privado. Los individuos son el eje de la competitividad, pero la cultura empresarial tiene mucho que ver en que los individuos dejen aflorar su creatividad, su capacidad innovadora y su productividad. La actitud de «para eso les pagan,» la onda vampiresa, el temor de que un Talento excepcional pueda hacerle sombra a alguien, la micro-administración que no permite tomar iniciativa propias, el embotellamiento en la dirección general para tomar decisiones, la falta de directivos de interesarse en sus empleados y valorarlos, rara vez saliendo de sus suites ejecutivas, el robarle las ideas al que las propuso, la necedad de no darles las herramientas necesarias a los empleados para que puedan realizar su trabajo eficaz y productivamente desde el primer día, etc., etc. no sólo no ayudan en nada a la competitividad, pero son la manera más eficaz de matarla.

Si las empresas han de ser más competitivas, necesitan modernizar su administración y transformarse profundamente con los ejes de la creatividad y la innovación como su brújula. Ya no están en un mercado cautivo, donde además sobraba la mano de obra barata. Con la apertura comercial, hay que luchar por la preferencia del consumidor – y no hay de otra, eso se hace a través de la creatividad e innovación. Lo cual se consigue invirtiendo en el mejor Talento – y reteniéndolo. De ahí la suprema importancia de la cultura empresarial. Ahora que si se logra formar los individuos descritos anteriormente, los mismos necesariamente la irán transformando hacia una mayor competitividad – la tesis de éste artículo.  No obstante, las empresas no pueden esperar – necesitan empezar a transformarse a la de ya (el cómo hacerlo es materia de otro artículo), y ellas mismas necesitan contribuir a la formación de individuos más competitivos.

LAS ARISTAS – EL ESTADO

Empresas pueden transformarse en organismos muy competitivos no obstante lo que esté haciendo el Estado. Empero, el Estado puede obstaculizar esa competitividad, como también puede jugar un papel importante en el impulso a la misma. Su rol protagónico es el de crear una infraestructura y un ambiente de negocios de reglas claras, transparentes y parejas que apoyen a la competitividad. Por esa vertiente, mientras que las reformas estructurales no sean un paso hacia atrás al estatismo de antaño, pueden impulsar a la competitividad de manera muy importante. También habría que continuar reduciendo la burocracia, seguir eliminando la corrupción, seguir adelante con la transición de un marco regulatorio fincado en lo político hacia uno fincado en lo económico, fortaleciendo al estado de derecho[7], necesita diseñar un régimen fiscal competitivo y transparente que dé certidumbre, y seguir innovando en sus procesos y sus políticas[8]. Y lo más importante: tiene que dejar ser al sector privado.

CONCLUSION

Lo expuesto en éste artículo no es una panacea: fue lo que llevó a los Estados Unidos a convertirse en la potencia económica No. 1 del mundo, e impulsó los “milagros” económicos de otros países. Así, lo que apremia es la realización de que las sociedades están en una coyuntura donde habrán de tomar una decisión transformativa: ¿quieren ser una sociedad competitiva que triunfará en la economía global – o no? Y de ser afirmativa su respuesta, entonces, como lo ha dicho reiteradamente el Presidente Peña Nieto, habría que trabajar todos juntos para lograrlo – y no hay tiempo que perder.

FIN


[1] La situación mundial actual tiene pocos precedentes. La crisis financiera del 2008 – una crisis que se desató por las políticas públicas quizás bien intencionadas, pero erróneas y la avaricia del sectores financieros de los Estados Unidos, repercutió como reguero de pólvora en todo el mundo. Las economías desarrolladas se vieron especial y profundamente afectadas, mientras que hubo economías «emergentes» que solventaron la crisis en mejor estado – México siendo una de ellas:

En tanto que las economías de los Estados Unidos y la Unión Europea han tenido un crecimiento mínimo – los EU cerraron el 2010 con un crecimiento de 2.9%; el 2011 de 1.62%, y se contrajo 0.1% en el último trimestre del 2012, a la vez que la economía de la Unión Europea tuvo un crecimiento de 2.1 en el 2010; 1.5% en el 2011, y -0.3% en el 2012, y se predice que se volverá a contraer en el 2013 – México en el 2010 creció 5.5%; en el 2011, 3.9%, el 2012 entre 3.5%-4.0%, y para el 2013, se espera un crecimiento de entre 4.0% y 4.5%. Por otra vertiente similar, según la Secretaría de Hacienda, en los últimos 10 años, el consumo privado en México creció 11%, comparada con la de los Estados Unidos, de 5.8%. La inversión fija bruta en México fue de 19%, a la vez que en los EU *cayó* 17.4%. Todas estas cifras tienen su componente humano: donde más pegó la crisis fue en las tasas de desempleo. Las cifras oficiales en los Estados Unidos llegaron a ser 10% y siguen en el 7.7%, mientras que las *reales* están más cerca del 15%. Para algunos sectores de la población -especialmente las llamadas «minorías» – los números están todavía mucho más altos. 50% de los jóvenes egresados de las universidades no pueden encontrar trabajo.

[2] Antes de que pegara la crisis, el comercio exterior había fungido como uno de los motores que seguían impulsando a las economías – aún cuando su mercado doméstico no era muy dinámico. Sin embargo, al pegar la crisis, el comercio exterior fue otra de las víctimas, al contraerse la capacidad de los países de pagar por importaciones, y también porque la crisis desenvainó sentimientos latentes proteccionistas. (http://www.wto.org/english/res_e/statis_e/its2012_e/its2012_e.pdf). Inclusive la China – la potencia exportadora del mundo que acaba de sobrepasar a los EU como la No. 1 del globo, en el 2009 sufrió una contracción en sus exportaciones globales de la magnitud del -16%, y de sus importaciones del -11.2%, para una contracción total de -13.9%. A pesar de un repunte en los siguientes años, la Secretaría de Comercio de China considera que la situación continúa siendo un reto para el 2013 (ahora que el resto del mundo ya quisiera «sufrir» lo que para la China es «un reto»: acorde a sus cifras oficiales, el comercio exterior de China aumentó 26.7% año-con-año en enero del 2013; las exportaciones se incrementaron 25% y las importaciones 28.8% . . .)

México también ha sufrido en materia del comercio exterior. Desde 1992 hasta el presente México ha gozado de una posición privilegiada, al haber concluido tratados de libre comercio con 44 países, los cuales permiten que sus productos entren a otros mercados en calidad preferencial; no obstante, la crisis impactó la habilidad de tomar una ventaja más cabal de los mismos. http://www.inegi.gob.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/continuas/economicas/exterior/mensual/ece/ecem.pdf

[3] Estudios han demostrado que las pequeñas y medianas empresas -«pymes» en español, «SMEs»(small-to-middle sized enterprises) en inglés – no sólo son el motor del crecimiento económico, creando riqueza para todos, sino que son las crean más empleos nuevos. En particular, las llamadas «start-ups» – empresas constituidas para transformar fundamentalmente algún aspecto de la vida de la gente, y que generalmente son de alta tecnología, como Apple, Facebook, Google, etc. – son un factor importante que contribuye al PIB. Antes de la crisis, start-ups en los Estados Unidos creaban consistentemente aproximadamente 3 millones de empleos. Steve Case, el fundador de AOL ha comentado como en los EU, las start-ups han creado unos 40 millones de empleos en las últimas tres décadas y fueron las responsables por el incremento neto de empleos durante ese periodo. (http://blogs.wsj.com/accelerators/2013/02/04/for-u-s-startups-the-times-they-are-a-changing/). Un estudio del Instituto Kauffman encontró una correlación directa importante entre la tasa de crecimiento de pymes, el crecimiento del PIB y las tasas de empleo. El Instituto también encontró que el «estímulo fiscal» no funcionó, mientras que cuando crece la actividad emprendedora, crece el PIB. Sin embargo, en los últimos años también se ha visto un descenso en el emprendedorismo. En los EU, la cuna del mismo, en el 2010, sólo 72 start-ups apoyadas por venture capital (capital de riesgo) se volvieron públicas, comparadas con 270 en los últimos años de los noventa. De hecho, las cifras del Census Bureau’s Business Dynamics Statistics muestran que la tasa de crecimiento de empresas nuevas ha ido descendiendo desde los 1980s – tendencia que se acentuó por la crisis financiera, acompañada por una regulación excesiva, y una gran incertidumbre respecto a la alza de las tasas de impuestos y la dirección de la economía. Por lo mismo, a la planta laboral ha tenido un crecimiento prácticamente nulo. (http://stream.wsj.com/story/latest-headlines/SS-2-63399/SS-2-139628/)

[4] Es notoriamente difícil predecir las vueltas que pueda dar el mercado. En los Estados Unidos en los 80s la gran apuesta era la “convergencia” de voz y datos en  . . . la televisión. La convergencia se ha dado pero en . . . los celulares . . .

[5] Crisis económicas desnudan cualquier problema crónico que pueda existir en la competitividad

[6] Con transparencia y un mayor control de los gastos, los impuestos generados por la nueva riqueza a la vez se pueden utilizar para ir reduciendo cualquier déficit

[7] Pero no uno basado en la sobre regulación – que mata si no entorpece a la competitividad – sino uno que apoye el fortalecimiento de los derechos individuales y de propiedad

[8] El Estado también puede ser un gran innovador – y en México, lo ha sido tanto en la tecnología que ha introducido para agilizar sus procesos y eliminar la corrupción, como en sus políticas: en su momento el TLCAN fue una de las más grandes innovaciones de los tiempos modernos en cuestión de política y comercio exterior.