✨APROVECHANDO AL TLCAN: EL EJEMPLO DE TEJAS✨

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En el Mexico de los últimos años, la gran interrogante ha sido el gran desaprovechamiento por el sector privado de prácticamente todos los acuerdos comerciales que ha negociado el país, con la importante excepción del tratado irónicamente más vilipendiado de todos, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (“TLCAN”). Para fines de éste artículo, la importancia de hablar de exportaciones radicará en que al exportar, las empresas necesariamente se vuelven más competitivas para cumplir con las exigencias de calidad, precios, logística, etc. que les imponen los mercados internacionales; al volverse más competitivas se torna más factible competir con éxito en otros mercados, incluyendo el mercado interno. La pregunta a responder, entonces, será:

¿Han las empresas mexicanas desaprovechado una oportunidad inédita para consolidar su competitividad?

Para llegar a la respuesta, resulta que el caso del estado de Texas de los Estados Unidos es particularmente iluminante como marco de referencia. Texas es un estado equidistante tanto de Toronto como de la Ciudad de México, el cual ha aprovechado cabalmente la plataforma del TLCAN para convertirse en el exportador No.1 de los Estados Unidos, abarcando un impresionante 14% de todas las ventas al extranjero de ese país.

De hecho, no obstante sus otros problemas financieros, en el 2007, Estados Unidos en general realizó exportaciones históricas. Produjo $13.8 trillones de productos y servicios, de los cuales $1.64 trillones – 11.7% — se exportaron, representando un incremento de 61% comparado con el 2003. De esa cifra, Texas solito exportó un total de $168.2 mmdd, un aumento de $70 mmdd sobre los $98.8 mmdd exportados en 2003, o sea, un 70% más.

Lo insólito es que las exportaciones Tejanas se han dirigido a 221 destinos extranjeros. México definitivamente ha sido el mercado más grande para Texas, recibiendo $56.0 mmdd del total en 2007. Sin embargo, a pesar de que esas exportaciones fueron mayores que las exportaciones totales mundiales de todos los demás estados de la unión americana, salvo California, Nueva York y Washington, México de todas maneras sólo fue el destino de 33% de las exportaciones Tejanas. Después de México, Texas le exportó $16.8 mmdd al Canadá, $8.3 mmdd a China, $5.6 mmdd a Corea del Sur y $5.3 mmdd a Holanda.

Todo esto gracias en un inicio al TLCAN. Estudios de las Reservas Federal de Dallas y Saint Louis de los Estados Unidos, han concluido que, inclusive excluyendo el éxito del programa de las maquiladoras mexicanas, el crecimiento en las exportaciones de Texas se ha debido al estímulo del TLCAN, ayudando al estado a incrementar sus exportaciones a Latinoamérica en un 17%, a Europa en un 15% y a Asia en un 13% de 1988 al 2000 – sin todos los demás acuerdos comerciales internacionales con los cuenta México.

Resulta que frente al reto de la apertura económica del TLCAN, la planta productiva – no el gobierno – de Texas se reorganizó consistente con la teoría de las ventajas comparativas. Las exportaciones de las industrias intensivas en capital y conocimiento – como lo son, la electrónica, químicos, equipo de transporte y maquinaria industrial – recibieron un fuerte ímpetu, mientras que las exportaciones de industrias intensivas en mano de obra, como por ejemplo, las de la industria de la madera y la industria mueblera, se fueron a la baja. La gradual eliminación de barreras al comercio impulsó a las empresas Tejanas a volverse más competitivas, bajando costos, en muchos casos incorporando insumos más baratos provenientes de México. También el “know-how” que desarrollaron a raíz de exportar sus productos a México y al Canadá, les sirvió de base para penetrar a los mercados de Europa y Asia, entre otros.

En otras palabras, las empresas Tejanas no se mantuvieron estáticas e impávidas ante el TLCAN, sino que se movieron, re-organizándose con una actitud proactiva para ser más competitivas.

A primeras luces, el caso mexicano se pudiese comparar bastante favorablemente al de Texas. En 2007, del flujo total del comercio exterior de México con los Estados Unidos, $347,340.30 mmdd, $210,799.0 mmdd fueron exportaciones de México hacia ese país — comparados con los $39,917.5 mmdd de 1993[1]. En el mismo 2007, México le exportó al Canadá $16.1 mmdd con un superávit a su favor de $8.1 mmdd. Eso representó un aumento de $1.4 mmdd comparado con la cifra del 2006, convirtiendo a México en el tercer proveedor de ese país.

Cierto, históricamente las exportaciones mexicanas a Norteamérica han representado un extremadamente alto porcentaje del total de las exportaciones mexicanas. En 2007, representaron un galopante 84.51% del total (86.82% en 2006) – 82.12% fluyendo nada más a los Estados Unidos. Sin embargo, si uno excluye los esquemas de “production sharing” entre empresas americanas y sus filiales mexicanas, eso no necesariamente significa que ese flujo se haya dado por fácil; los Estados Unidos son un mercado que presenta un alto nivel de complejidad al ser un país federalista y, además de leyes federales, hay que cumplir con las leyes de cada estado de la unión.

Además, el 2007 también vio un incremento del 32% de las exportaciones a la Unión Europea — $15 mmdd, una cifra histórica para México. Las exportaciones mexicanas al Asia en el 2007 también subieron: $7,598,845 miles de dólares, comparadas con las del 2006 de $6,385,545 miles de dólares. De hecho, los flujos comerciales de México han subido dramáticamente con prácticamente todos los países con los cuales ha suscrito tratados de libre comercio.

En general, las exportaciones de México pasaron de representar el 1.4% de las exportaciones mundiales a representar el 2.6% veinte años más tarde – y en el sector agrícola, México ha estado en los primeros 5 lugares al nivel mundial en productos frescos y procesados. Ante ese panorama, se podría decir que México también ha aprovechado su inserción al mercado global para afinar su competitividad internacional. Inclusive, la transformación comercial de México ha sido descrita como una de las grandes historias de éxito en América Latina[2].

¿Entonces porqué persiste la percepción de que las empresas mexicanas no han aprovechado mejor los acuerdos comerciales del país? Algunos apuntan a la falta de diversificación de las exportaciones, al dirigirse el 90% a la zona del TLCAN. Sin embargo, los destinos de exportación son cuestiones de decisiones realizadas por empresas privadas – el gobierno no puede ni debe forzar a ninguna empresa siquiera a exportar, ni escogerle los destinos; puede abrir mercados, sugerir, apoyar y promover, más solamente cada empresa conoce a profundidad sus productos y sólo ella puede determinar si quiere exportar y a donde. Si por las razones que sean, la gran mayoría de las empresas han determinado que les reditúa más exportar a los Estados Unidos y Canadá que a otros destinos y asumir el riesgo de no diversificar sus exportaciones, pues para bien o para mal, es muy su decisión. De eso se trata una economía de mercado libre y abierto.

Otros apuntan a los saldos deficitarios con muchos de nuestros socios comerciales, exceptuando a Norteamérica con la cual contamos con un superávit importante, $74.2 mmdd: el tercero más alto del mundo. Sin embargo, acorde a economistas, déficits no necesariamente son malos, sobre todo si las importaciones en cuestión son de bienes intermedios que contribuyen a la competitividad de las empresas. En el caso de México aproximadamente 70% de las importaciones han efectivamente sido de bienes intermedios.

La respuesta a la pregunta postulada, entonces, pudiese más bien radicar en el hecho de que el universo de empresas netamente mexicanas que han venido participando en las exportaciones, necesita ampliarse.

Una inspección pormenorizada de las cifras de exportación de México, puntualiza que en el 2006 las maquiladoras fueron responsables del 43%-45% de las exportaciones de México; acorde a la Secretaría de Economía, en años previos, la participación de las maquiladoras en las exportaciones mexicanas ha inclusive excedido el 50%. Dicho de otra manera, en el 2006, la mitad de las exportaciones del país corrió a cuenta de aproximadamente 2,810 empresas. Las empresas son mayoritariamente de capital extranjero, especialmente americano, aunque en la actualidad se aprecia una mayor diversificación. Todo lo cual no demerita, sino que recalca el papel importante que han jugado las maquiladoras en la economía mexicana, sobre todo cuando uno considera que son grandes generadoras de empleo, empleando a más de 1,200,000 personas. El punto es simplemente que no son empresas netamente mexicanas, con las implicaciones que ese hecho tiene sobre la competitividad del resto del universo de las empresas mexicanas.

Acorde al INEGI, en el 2003 en México existían tres millones, cinco mil establecimientos que empleaban a un poco mas de 16 millones de personas. El 95% eran y siguen siendo micro, pequeñas y medianas empresas. De esas tres millones y pico de empresas, sólo un número reducido se han dedicado a la exportación: en el 2005, existían sólo 37,344 empresas exportadoras. Texas fincó su competitividad exportadora en un solo tratado, mientras que México cuenta con 11 más tratados, 6 ACEs y 23 APPRIS. Por ende, México definitivamente cuenta con un gran acervo en materia de comercio exterior que pudiese usar para consolidar su competitividad interna. Sin embargo, dado el posible universo de empresas que pudiesen incurrir en el comercio exterior, en términos prácticos muy pocas empresas mexicanas han aprovechado inclusive al TLCAN para volverse más competitivas para exportar a ese y otros destinos. En otras palabras, la respuesta a la pregunta de inicio es, si: la mayoría de las empresas mexicanas en efecto estan desaprovechando una enorme oportunidad para fortalecer su competitividad.

¿Cuál ha sido el problema de fondo en México? Los rezagos que aún persisten de la gran pasividad de la sociedad mexicana. Existen excepciones muy honrosas y con altibajos se han dado avances importantes en el rubro; no obstante, lamentablemente, el venir de una economía y de una sociedad cerradas donde el gobierno todo ha dictado y dado, y donde el corporativismo se ha impuesto a cualquier expresión personal, desafortunadamente ha dejado a la sociedad mexicana con un legado de una gran pasividad e impasibilidad ante los retos a encarar. Siempre ha habido que estar a la espera de la “línea” dictada de arriba, con un verdadero temor a destacar o tomar cualquier iniciativa propia. En materia de competencia, se ha apreciado al mercado interno como uno de dimensiones finitas, estático, donde se compite por cada espacio como si fuera un juego de suma cero: para tener hay que quitar. Ese problema se ha manifestado en particular en el poco respeto que ha existido en cuanto a la propiedad intelectual.

Todo lo cual es llanamente anti-competitivo – tanto para el mercado interno como para el mercado de exportación. La competitividad se finca en movimiento, en el dinamismo de la iniciativa propia desde el individuo, pasando por la empresa, y llegando hasta el país. Se requiere de un afán de superación, de querer ser más eficientes y productivos, de ser sensibles ante las necesidades de otros, de responder con civilidad y cortesía en tiempo y forma a clientes y a ciudadanos, de querer destacar, de tener un sentido de aventura. Se requiere de flexibilidad y una capacidad de respuesta expedita ante los cambios bruscos de la globalización. Se requiere salir a buscar las oportunidades, no esperar a que éstas se presenten a la puerta en charola de plata. Se requiere ser audaces, creativos, añadir valor, investigar, y expandir el mercado; y se requiere respetar la propiedad y la contribución de otros.

Y así llegamos al Oceano Azul.

Existen dos visiones sobre la manera de competir: la del “océano rojo” y la del “océano azul”. El “océano rojo” se refiere al tipo de competencia ruda que causa que se derrame la sangre (por eso se llama oceano rojo). En cambio, la estrategia del “océano azul” implica una creación de un espacio totalmente nuevo, uno que trasciende la competencia. O sea, el oceano azul es una estrategia donde el único límite es la imaginación. Eso presupone un mercado dinámico de infinitas posibilidades donde uno crea nichos nuevos donde aun no existe competencia alguna. Un ejemplo perfecto del océano azul en acción fue Apple Computer y la visión de Steve Jobs de poner una computadora personal en todos los escritorios, cuando ni siquiera existía una computadora personal como tal.

Obviamente para que funcione el océano azul se requiere de aún mayor movimiento. Se requiere tener la mente abierta a todas las posibilidades, teniendo una visión de lo que puede ser – y luego hay que ser muy movido, y sobre todo muy perseverante para convertir esa visión en una realidad.

Si lo que se pretende es que más empresas mexicanas no sólo aprovechen los acuerdos comerciales negociados, sino que en general se vuelvan más competitivas para sobrevivir los embates de la globalización en su propio mercado interno, hay que empezar por realizar cambios radicales en su visión empresarial. No hay que sólo conformarse con subsistir en un mundo limitado por una visión medio-apocalíptica, sino que hay que expandir el horizonte y ser mucho más proactivos en la búsqueda de nuevas oportunidades. Mientras que hay que estar concientes de la competencia que implica el océano rojo y encararla, a la par habría que navegar en el océano azul. Así lo hicieron las empresas de Texas y los resultados estan a la vista de todos.

¿Cómo cambiar las costumbres de décadas hacia lo competitivo? Yo ya lo he dicho antes y muchos otros también ya lo han dicho: a través de la educación y la capacitación. Estamos hablando de una educación entendida desde su visión más amplia e integral desde la cuna: empezando por la familia, pasando por los recintos académicos (públicos y privados), los deportes, la televisión, el Internet, inclusive la religión y las empresas mismas a través de asesoría para los altos directivos y programas de capacitación para los empleados. Todos se tendrían que confabular para crear ciudadanos pensantes, analíticos, intelectualmente curiosos, arrojados y valerosos. Todos los “milagros” económicos – el celta, los tigres asiáticos, India y China, entre otros – todos han partido de una mejora exponencial en la educación de sus ciudadanos. Y es que simplemente no hay de otra. Decálogos para la competitividad y esfuerzos similares definitivamente son pasos en la dirección correcta; sin embargo, necesitan ir acompañados por un cambio fundamental en actitud y estado mental de la sociedad mexicana, para que los avances en materia de competitividad sean verdaderamente significativos y se aprovechen mejor las oportunidades.

En cuanto a las empresas, es muy grato ver despegarse una mayor cultura de la consultoría desde el sector privado; la inversión en asesoría y capacitación bien valdrá la pena para ayudar a las empresas transitar con éxito hacia una gestión más acorde los tiempos.

-Fin-

 

Este articulo se publico en la revista IMMEXPORTA en el 2008. La Dra. Aldape es abogada empresarial internacional egresada de la Escuela de Leyes de Stanford. Estudió, vivió y trabajó por 28 años en el area del Silicon Valley en California. Ha asesorado a una amplia gama de empresas de todos los tamaños, giros y nacionalidades en una extensa lista de asuntos empresariales, incluyendo transacciones transfronterizas; en 1994 fue nominada “Entrepreneur of the Year”. Como Líder de Opinión de California participó muy activamente en la campaña para ratificar al NAFTA en el Congreso americano, incluyendo sesiones de estrategia de la Casa Blanca. Al concluir la campaña, la Casa Blanca le solicitó redactar el “The White House Plan to Implement the NAFTA”. En México ha fungido como la Vice Coordinadora de la COECE — el organismo que representó a todo el sector privado mexicano en las negociaciones comerciales internacionales del país ya concluidas.


[1] Fuente: : U.S. Census Bureau, Foreign Trade Division, Data Dissemination Branch, Washington, D.C. 20233; la cifra Canadiense es que el Comercio entre México y los Estados Unidos durante el 2007 llegó a $351,369 mdd

[2] Mexico: The Great Transformation, Jorge Santiso, 2007 MIT Press

EL TLCAN: NI DEMONIO ENCARNADO, NI VARITA MAGICA

English: A North American Free Trade Agreement...

English: A North American Free Trade Agreement (NAFTA) Logo. Español: Logotipo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Français : Logo de Accord de libre-échange nord-américain (ALENA). (Photo credit: Wikipedia)

EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO DE AMERICA DEL NORTE

(«TLCAN / NAFTA»)

Ni Demonio Encarnado, Ni Varita Mágica  

Por la Dra. Alina A.C.E. Aldape

Abogada Empresarial Internacional, la Dra. Aldape es egresada de la Escuela de Derecho de Stanford. Estudió, vivió y trabajó por 28 años en el area del Silicon Valley en California. Como Líder de Opinión de California participó muy activamente en la campaña para ratificar al TLCAN / NAFTA en el Congreso americano, incluyendo sesiones de estrategia de la Casa Blanca. Al concluir la campaña, la Casa Blanca le solicitó redactar el “The White House Plan to Implement the NAFTA”. En México fungió como la Vice Coordinadora de la COECE — el organismo que representó al sector privado mexicano en las negociaciones comerciales internacionales del país. 

Comentarista en Temas Globales de Competitividad, Innovación y Geopolítica y Geoeconomía; Entrepreneur

Twitter: @DRA_ALINA_ALDAP (Español)  @ACE_CHEERS2U (Inglés)

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte.   El “TLCAN.”   “NAFTA” [1]  para nuestros vecinos del norte. Desde sus inicios, ha sido un tratado/acuerdo polémico en los tres países firmantes, pero sobre todo en los Estados Unidos (“EU”) y México. En tiempos recientes algunos candidatos a la Presidencia de los EU, algunos sectores económicos de México y algunos organismos civiles de los tres países socios, están exigiendo su re-negociación. No obstante las cifras absolutamente contundentes al contrario que demuestran que el TLCAN ha sido un éxito rotundo para lo que se concibió, hay quien lo está utilizando como plataforma política, argumentando que ha sido un fracaso, endilgándole al TLCAN responsabilidades que nunca tuvo. Otros tantos lo estando usando de chivo expiatorio ante desconciertos generados más bien por otros factores de la globalización, como es la tecnología.

¿Ha sido realmente el TLCAN el demonio encarnado? ¿O ha sido la varita mágica que otros dicen que se ha pregonado? Ni uno, ni el otro. Dada la importancia del tema para el bienestar de México, para los que no lo vivieron, vale la pena hoy recordar la coyuntura que llevó a que se firmara el tratado, repasar los efectos menos obvios que ha tenido, y explorar que hubiera sido del país si el TLCAN se hubiera quedado en el tintero.

LA ECONOMIA MEXICANA ESTABA QUEBRADA

Empecemos por el hecho de que en 1982 la economía de México estaba totalmente quebrada.

 El Modelo del Desarrollo Estabilizador No Pudo con el Crecimiento de la Población

En la actualidad hay mucha nostalgia por el México del “Desarrollo Estabilizador” basado en la sustitución de importaciones — un modelo basado en el gasto público para fomentar el crecimiento y un mercado cautivo que no tenía recurso alguno contra precios altos y productos de calidad cuestionable.

Mientras que México generó más ingresos que población, ni hablar, el modelo funcionó. Sin embargo, paradójicamente, gracias a los avances en medicina, entre otros, a partir de los ‘60’s se da una verdadera explosión en el crecimiento de la población mexicana, prácticamente duplicándola (el llamado “bono demográfico”):

 Desafortunadamente los ingresos del país no pudieron mantener el mismo ritmo[2] y para continuar sosteniendo el nivel de vida, el gobierno recurrió más y más a préstamos extranjeros. En los ‘70’s México luego descubre que tiene importantes yacimientos de petróleo. En lugar de pagar la deuda, se da una orgía de más y más deuda – con los bancos literalmente tropezándose entre sí para prestarle más al país.

En junio de 1981 la baja súbdita en los precios del petróleo revienta la burbuja de la deuda. La confianza en la economía mexicana y en el peso se desvanece, y se da una fuga de capital impresionante. Acto seguido, en Febrero del ’82, la desconfianza se ve vindicada al devaluar México al peso en un 40%. En agosto del mismo año, México vuelve a devaluar la moneda y declara una suspensión de pagos del capital de la deuda externa en un monto de $80 mil mdd – la cual reverbera por todo el mundo. Para rematar, al final de su presidencia, el entonces Presidente de la República, José López Portillo impuso el control de cambios y decretó la nacionalización de la banca.

El Cuadro Negro de la Economía Mexicana en los 80’s

Si es cierto que una imagen equivale a 1000 palabras, las cifras pintan una imagen francamente negra de la realidad económica del país en los ‘80s:

  • 1982: la deuda del sector público ± =  121% del PIB
  • 1984: las reservas del Banco Central de México = $1.8 mil mdd
  • 1986: el producto interno bruto de México se contrae 3.6%
  • 1987: la inflación = 159% y sigue subiendo; llega a alcanzar 180%
  • 1988: la deuda externa = $101mil mdd, equivalente a 59% del PIB
  • A finales de los 80’s México transfiere al extranjero 10.2% de su PIB para financiar su deuda
  • Los impuestos a la renta para personas físicas son de 60.5% — una cantidad realmente confiscatoria, particularmente ante la falta de transparencia en el gasto público
  • El Estado es el propietario de unas 1,155 empresas – cuya compra fue uno de los factores en el desequilibrio de las finanzas públicas, y cuya ineficiencia administrativa llevó a pérdidas gigantescas y a un mayor déficit presupuestal
  • En Agosto de 1992, se requerían $3,000 pesos Mexicanos para cambiarlos por un dólar americano

El Comercio Exterior Tenía Unas Alitas Muy Modestas

El comercio exterior no pintaba mucho mejor:

  • 1972: el comercio exterior total del país =  $4.630,100 mdd
  • 1981: el comercio exterior sube a $43.340 mdd
  • 1985: México exporta $19,131.7 mdd a EU
  • 1989: las exportaciones agropecuarias = $2.3 mdd
  • 1992: México exporta $35.3 mil mdd a EU, y $2.3 mil mdd a Canadá; importa $38.6 mil mdd de EU, causándole un déficit comercial a México de $3.30 mil mdd con EU

Proteccionismo de los Estados Unidos Previene que Productos Mexicanos Entren al Mercado Americano

La relación entre los EU y México históricamente ha tenido sus altibajos; la relación comercial en los ‘70s y a principios de los ‘80s definitivamente no gozaba de su mejor momento. Empresas estadounidenses constantemente interponían demandas en contra de empresas mexicanas por los subsidios que recibían por exportar. Los productos agrícolas eran los más afectados al no contar los agricultores con toda la documentación que exigían las autoridades americanas para comprobar que los mismos no estuvieran “dumping” sus productos en el mercado americano.

Por si eso no fuera poco, antes de que México ingresara al GATT[3], las autoridades americanas no le permitían a los empresarios mexicanos la defensa del “Material Injury Test”, es decir, requerir que el demandante demuestre que las importaciones le están causando un daño importante a la industria americana que compite con el producto importado subsidiado. Por ende, muchos de los productos mexicanos destinados al mercado americano eran sujetos inmediatamente a cuotas compensatorias que los hacían menos competitivos en aquel mercado.

Los productores de tomates, cebollas, aguacates, toronjas, naranjas, aceitunas y uvas tenían además que contender con que las autoridades americanas no les enviaban a tiempo las notificaciones de cambios en los estándares de calidad, promoción en el mercado y niveles de oferta – las llamadas “marketing orders”. Otros productores, entre otros, los avicultores, porcicultores, y los productores de cítricos, enfrentaban barreras fitosanitarias que no les permitían acceso al mercado americano.

México Coartaba la Libertad Económica

México mismo no alentaba la competitividad. Al contrario, las leyes de aquel entonces eran extraordinariamente anti-competitivas. El Estado como Padre-Rector estaba entrometido hasta los codos en la economía mexicana y los ciudadanos en general gozaban de una libertad económica severamente restringida.

Por citar nada más algunos ejemplos, la Ley General de Instituciones de Seguros, la Ley de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares, la Ley de Instituciones de Fianza, y la Ley de Sociedades de Inversión, prohibían contratar con, e invertir en, empresas extranjeras; el objetivo primordial de La Ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la Inversión Extranjera de 1973 era el de desalentar la inversión extranjera en prácticamente todos los rubros económicos del país. El sector automotriz operaba bajo un decreto que severamente restringía su campo de operación, y la industria de la informática no quería entrar al país por temor a perder su propiedad intelectual, privando a México de tecnología de punta.

Por la misma vertiente, las leyes agrarias tenían en una camisa de fuerza a los actores en ese sector. Entre muchas otras cosas, no se les permitía a los ejidatarios vender o rentar sus propiedades, ni realizar transacciones comerciales con respecto a la producción, ni contratar a personal ajeno – todo lo cual desalentó la consolidación de la producción y remitió a los ejidatarios a una subsistencia mínima en lotes cada vez más reducidos. La falta sistémica de promover la eficiencia, aunada a la gran desinversión en el campo durante los ‘60s cuando se enfocó la inversión del sector público en la industrialización del país, han tenido graves consecuencias hasta el día de hoy.

Hubiera Sido de Locos No Cambiar de Estrategias

Ante el escenario pintado por las cifras — la inflación por si sola es una gran promotora de la pobreza[4] — fue imperante hacer las cosas de una manera diferente. Como bien lo dijo Albert Einstein: “lo loco es pensar que las cosas cambiaran, haciendo exactamente siempre lo mismo.” Se realizaron foros a través de todo el país y se llegó a la conclusión de que había llegado la hora de abrir la economía. A partir de esa decisión, se lanzaron equipos a distintas partes del mundo para determinar las mejores prácticas en materia regulatoria para implementarlas en México, y empezó a tomar forma la idea de un tratado comercial con los EU.

LOS INICIOS DEL TLCAN

En 1981 se dan las primeras pláticas entre empresarios mexicanos y estadounidenses para mejorar las relaciones comerciales entre los dos países. En 1984 empresarios de ambos países anuncian su apoyo formal para la negociación de un acuerdo comercial bilateral. Representantes de los gobiernos de los dos países convienen en discutir el machote de un “Statement of Intent,”  a partir del cual se negociaría el marco de principios y procesos para el comercio y la inversión entre México y EU.

En Abril de 1985 se firma un acuerdo donde los EU le otorgan a México la posibilidad de la defensa de “material injury” en los casos de cuotas compensatorias — a cambio de la eliminación de parte de México de sus subsidios a la exportación. En Julio del mismo año, México anuncia extensas reformas a su régimen de comercio exterior, incluyendo la disminución de aranceles, un uso reducido de licencias de importación, y la eliminación gradual a los precios oficiales de importación. En 1986, México entra al GATT, y en Agosto de 1987, el Presidente Miguel de la Madrid y el Presidente Ronald Reagan instruyen a sus negociadores a dar inicio a las negociaciones hacia el TLCAN.

Se Tambalean Las Negociaciones

Sin embargo, las negociaciones se tambalean por la falta de México de proteger adecuadamente a los derechos de la propiedad industrial – y México pierde $600 mdd en preferencias bajo el “Generalized System of Preferences” de los EU.

Posteriormente, se retoman las negociaciones y el 6 de Noviembre, 1987 se firma el “Commercial Framework Agreement on Trade and Investment (“Framework”) un acuerdo trascendental que sienta las bases para las futuras negociaciones e incluye un mecanismo para la resolución de controversias.

Entre 1987 y 1988 se alcanzan acuerdos en textiles, acero, cerveza, y vino, entre otros. En Octubre de 1989 se firma el “TIFTS” – The Understanding Regarding Trade and Investment Facilitation Talks. Entre otras cosas, el TIFTS mejora los aspectos consultivos y de solución de controversias del Framework, y los dos países se comprometen a negociaciones de amplia extensión para estimular y promover el acceso al mercado, y el comercio y la inversión en varios sectores económicos.

El TLCAN Se Vuelve Realidad

El 10 de Junio de 1990, los Presidentes Bush y Salinas de Gortari acuerdan en principio la negociación de un tratado de libre comercio, y el 5 de Febrero de 1991, Canadá se suma oficialmente a las negociaciones. Las negociaciones se lanzan formalmente el 12 de Junio de 1991 y en Diciembre de 1992, los tres países firman el TLCAN. Las repercusiones del TLCAN son inmediatas tanto al nivel doméstico como al nivel global.

LAS REPERCUSIONES DEL TLCAN

Helloooo Mexico!

En primer lugar, el TLCAN coloca a México en el mapa mundial.

Hasta ese momento, México había pasado bastante desapercibido en los radares de las grandes potencias – incluyendo el de los EU, no obstante de ser su vecino — salvo como un factor más en sus piques Este-Oeste. De pronto todas las luces del globo se enfocan sobre México, al establecer diarios de importancia mundial su buró en México para seguir de cerca todos sus haberes. De ahí que cuando brota la rebelión Zapatista, el escrutinio internacional causa que el gobierno tuviera que dar marcha atrás de su forma habitual de hacer las cosas cuando no le tenía que rendir cuentas a nadie, y tuvo que manejar a la situación mucho más diplomáticamente.

Por la misma vertiente, se empieza a dar una mayor transparencia y una mayor la libertad de expresión, factores que contribuyen a la consolidación de la democracia naciente en México. La misma anticipación de la firma del TLCAN le dio ímpetu a temas que previamente nunca se habían abordado con tanta importancia en México, como fue el tema del medio ambiente, creándose el grupo de los 100.

Se Inician Reformas Importantes al Marco Legal de México

El gobierno de aquel entonces no sólo entendía la necesidad de realizar reformas importantes en materia del marco regulatorio y de infraestructura, tanto en preparación para la entrada en vigor del tratado, como para su implementación exitosa, sino que como parte de las negociaciones, le prometió al gobierno de los EU que dichas reformas se realizarían.

La promesa quedó a medio cumplir. Se lograron introducir varias leyes realmente vanguardistas[5], pero al sobrevenir la crisis de la devaluación de Diciembre del ’94, el momentum reformatorio se truncó. La contracción del 10% de la economía en el primer trimestre del ’95 significó que todos los recursos y la atención se centraran en salir de esa crisis, y luego del coletazo de las crisis del Baht y del Rublo. Para cuando se asentó el polvo, la configuración política de México había cambiado y las reformas se han quedado estancadas mientras los partidos se han estado disputando el poder.

El TLCAN Siempre Fue un “Package Deal”

El punto importante a subrayar es que NUNCA se entendió que el TLCAN por si solo iba a ser la varita mágica que todo lo solucionaría. Desde que se empezó a vislumbrar, SIEMPRE  se manejó que se tendrían que realizar importantes reformas para emparejar a México más con sus vecinos del norte y para sentar los pilares del desarrollo. El TLCAN fue y siempre ha sido nada más una herramienta más para forjar el desarrollo económico del país – una herramienta muy importante, pero al final de cuentas solamente una herramienta más que sin las reformas que lo debieron acompañar no estaba diseñado para cargar en sus hombros todo el crecimiento económico del país.

Por lo mismo, no es que fuera “sobre vendido” el tratado — el lugar común de la discusión actual —  sino que la visión era una visión integral y global del TLCAN como el fulcro de toda una serie de medidas que conjuntamente se tomarían para fomentar el crecimiento económico y alentar la participación de un mayor número de ciudadanos en ese crecimiento.

El TLCAN tampoco se le “impuso” a nadie como algunos argumentan. Todos los sectores estuvieron presentes en el cuarto de junto de las negociaciones. En aquel entonces el ornigrama de la COECE – la Coordinadora de Organismos Empresariales para el Comercio Exterior – el organismo liderado por Juan Gallardo Thurlow y que representó a todo el sector privado mexicano en las negociaciones, no cabía en un escritorio al incluir hasta los subsectores de todos los sectores económicos, incluyendo al sector agrícola y sus subsectores. Hubo una enorme participación de todo el sector privado en las negociaciones, recabando monografías de todos los sectores, y alimentando a los negociadores gubernamentales con todo tipo de información. Los mismos no daban paso sin consultarlo antes con la COECE en general y con el sector afectado en particular.

Las Relaciones EU – México Entran en Otra Dimensión

En cuestión de la relación bilateral México – EU, el TLCAN también fue un instrumento parte aguas. Además de limar las asperezas comerciales entre los dos países, y proveer un mecanismo a futuro para resolver cualquier controversia que se podría suscitar en materia comercial, por primera vez en la historia de su relación, México negoció a la par con sus vecinos del norte como un socio a su altura, en lugar de negociar como un país en desventaja, meramente emergente sufriendo la actitud condescendiente habitual de los americanos[6].

Algunos dirán que quizás hubiera sido mejor que México aceptara que nada más era un país emergente y que negociara acorde; sin embargo, en ese momento, por primera vez en la historia moderna de México se pensó que México era digno de poder alcanzar las estrellas y llegar a ser un país primer mundista – y no se agachó ante nadie. De hecho, los negociadores estadounidenses – como lo han hecho negociadores de otras partes del mundo – subestimaron a las habilidades negociadoras del equipo mexicano para su gran sorpresa.

¿Porqué Firmó Mexico?

En realidad, quizás México no necesitó firmar el TLCAN. Ya había emprendido una apertura unilateral muy similar a la que realizaron los tigres asiáticos y la China, y en una de esas, pudo haber seguido adelante por ese camino sin grandes aspavientos. Sin embargo, más allá de lo obvio y de lo que está plasmado en el TLCAN mismo, hubo otras razones de peso para su firma. Al nivel de la realpolitik de México, sus razones para firmar el TLCAN fueron:

> Romper con los carteles familiares que tenían repartidos entre sí la economía mexicana

> Reducir drásticamente la inflación a través de la importación de productos más baratos que presionaran los precios hacia abajo

> Introducir una mayor competencia para bajar las barreras de entrada a los diversos sectores de la economía mexicana, y a la vez impulsar la competitividad y la innovación

> Y, quizás lo más importante, institucionalizar todos los cambios a favor de una economía de mercado para evitar que generaciones posteriores dieran marcha atrás frente a presiones proteccionistas[7]. Una cosa es revertir cualquier ley o reglamento y otra cosa muy diferente es abrogar un tratado con la potencia económica más fuerte del mundo.

EL ROL PROTAGONICO DEL TLCAN EN LA GLOBALIZACION

El TLCAN también fue un tratado histórico en el contexto de la globalización.

El TLCAN Superó al GATT

El TLCAN fue un tratado novedoso que superó al mismo GATT en su alcance, y sirvió de inspiración para muchos de los tratados de libre comercio que otros países firmaron posteriormente. Cuando se firmó el TLCAN, el GATT aún no cubría los sectores de agricultura, propiedad intelectual, servicios e inversión, ni el tema de la transportación pública. Por la misma vertiente, de los 38 artículos del GATT, sólo uno era específico a un sector económico (films cinematográficos), mientras que de los 22 capítulos del TLCAN, cuatro se dedican a sectores específicos: energía (capítulo 6), agricultura (capítulo 7), telecomunicaciones (capítulo 13), y servicios financieros (capítulo 14). El capítulo 3 tiene además un anexo que se dedica específicamente a los sectores automotriz y textil. El tema de solución de controversias también es abordado de una forma novedosa por el TLCAN en comparación con el GATT.

Acuerdo Histórico Entre Dos Países Desarrollados y Uno Emergente; Impulso a Otros Bloques Regionales

Otro factor histórico que lo distingue, es que el TLCAN precisamente fue el primer tratado en el mundo entre dos países desarrollados y un país “emergente,” y el primer tratado que creó un bloque económico regional que se instaló como el mercado más grande del mundo, concentrando el 87% del PIB del continente americano, y abarcando 406 millones de habitantes que producían más de $11,000 billones de dólares en bienes y servicios. Por ende, ante la inminencia del TLCAN, la Unión Europea apresuró su consolidación económica y el APEC y el Mercosur despertaron de su letargo. El último para ser un contrapeso a México como plataforma de exportación al resto de Latinoamérica.

El Mundo a las Puertas de México

Las reglas de origen del TLCAN tuvieron el efecto de cambiar las rutas del flujo del comercio exterior, y de pronto prácticamente todos los países del mundo querían firmar un tratado comercial con México para no quedar en desventaja dentro del bloque económico más importante del mundo en ese momento. Así México llegó a firmar 12 tratados de libre comercio con 42 países del mundo — entre ellos con potencias económicas tan importantes como la Unión Europea y el Japón – 6 ACES y 23 APPRIS, convirtiéndose en el ombligo comercial del mundo. México se erigió como un verdadero líder mundial y marcó la pauta: a partir del fracaso de la Ronda de Doha en Cancún en el 2003, todos los países se lanzan a firmar acuerdos comerciales y a formar bloques regionales.

¿Y SI EL TLCAN NO SE HUBIERA FIRMADO?

¿Dónde estaría parado hoy México sin el TLCAN?

Totalmente Rezagado

En México, el modelo de sustitución de importaciones se agotó. Por lo menos una sustitución basada primordialmente en gasto público, construida sobre la base de una economía basada en ingresos petroleros, y no en productos más competitivos. Ciertamente hubo malas decisiones que agravaron la situación, pero el caso es que el modelo dejó de funcionar para sostener la creciente población; sin inversión extranjera para crear más y mejores empleos y estimular la innovación – el sine qua non de la competitividad – México hubiera sufrido rezagos muy importantes. Las cifras nos dicen que el modelo proteccionista finalmente creó a un México poco atractivo para cualquier tipo de inversión – nacional (el capital nacional se fugó del país) o internacional — y sin el TLCAN, México no hubiera podido llegar a atraer los $238.6 mil mdd que entraron en el país solamente de enero a septiembre en el 2007.

Acorde a la CEPAL, el sector automotriz es una de las grandes historias de éxito en la industrialización de Latinoamérica – y ese éxito se logró gracias a la inversión extranjera directa, la cual lo transformó de una industria anticuada y enfocada al mercado nacional en una plataforma de exportación muy competitiva dirigida al mercado norteamericano. En la actualidad en México se considera que el sector automotriz desempeña un papel estratégico en la actividad economica del país, particularmente en el sector industrial por su efecto multiplicador. Es además un motor importante de las exportaciones. Sin el marco de certidumbre que le brindó el TLCAN, difícilmente se hubiera despegado el sector como lo ha venido haciendo.

El Comercio Exterior del País Jamás Hubiera Despegado

De hecho, por mucha apertura unilateral que hubiera realizado México, sin el TLCAN, los EU no tenían porqué desistirse de seguir bloqueando la entrada de productos mexicanos a su mercado, y, dado que el mercado americano ha sido prácticamente el único destino de las exportaciones mexicanas, el comercio exterior de México nunca hubiera despegado como se ha visto en los hechos. Con todo y TLCAN, los EU aún no han removido todas las barreras no-arancelarias, al continuar previniendo que entren algunos productos agrícolas por razones fitosanitarias. Por lo menos, gracias al TLCAN, México ha llegado a exportarle $194,056.4 mdd a los EU en el 2007, y ha logrado un superávit de $67,747.0 mdd a su favor con los EU, no obstante la creciente presencia de China en ese mercado.

México No Hubiera Superado la Crisis del ’95

En ’95 México estuvo a horas de declararse en bancarrota por la peor crisis económica de toda su historia – lo cual hubiera repercutido de formas nefastas e inimaginables no sólo para el futuro de México, pero también para otros países. Es debatible que sin ser México uno de los socios comerciales de los EU preferentes en términos del NAFTA, el Presidente Clinton hubiera podido finalmente armar el paquete de rescate que ni el Congreso americano, ni su círculo cercano le querían dar a México. De ahí, sin las exportaciones que pudo realizar gracias al TLCAN, y considerando la inminencia de las crisis Asiática y Rusa de los 1996-1998, hubiera sido muy difícil para México superar su propia crisis tan pronto como lo hizo, si es que jamás lo hubiera logrado. En cambio, de una contracción del PIB de -10% en el primer trimestre del primer año de la administración del Presidente Ernesto Zedillo, la economía no sólo se recuperó pero el PIB alcanzó a crecer casi 7% para el final del sexenio – el mejor desempeño de la economía desde1981.

La Tecnología No Hubiera Entrado a México

Sin tecnología de punta, la economía de México seguiría totalmente petrolizada. Si, de por sí la penetración aún al día de hoy de la tecnología en las empresas mexicanas es baja, sin las mejoras a la protección de la propiedad intelectual que trajo consigo el TLCAN, todavía menos tecnología hubiera entrado al país. México hubiera sido el gran ausente en un mundo cada día más interconectado por economías impulsadas por la tecnología.

La Transferencia de la Producción al Este Se Hubiera Acelerado

Las reglas de origen del TLCAN fueron diseñadas para darle preferencia y fomentar a la planta productiva de los países firmantes – y como se comentó anterior, tan tuvieron éxito que muchos otros países del mundo quisieron entrar al bloque regional del TLCAN. Sin ese impulso, el esquema de “production sharing” se hubiera acelerado hacia el Asia mucho antes de cuando lo hizo.

El Campo Estaría Peor

Si el campo adolece de problemas en la actualidad, definitivamente estaría peor. Los problemas del campo anteceden al TLCAN, son muy complejos y han requerido políticas públicas centradas en mayor eficiencia y no mayor votos. A falta de esas políticas públicas en los sexenios pasados, menos mal que gracias al TLCAN en 1998 el 70% de las importaciones de hortalizas de los EU de todo el mundo, provinieron de México, y que en 2005, se lograron exportaciones agrícolas record de $8.3 mil mdd – una cantidad nada despreciable; también hubo productos que se exportaron en cantidades históricas. Los EU, además de haber invertido $6.000 mdd en la industria agroalimentaria del país, le ha estado brindando una ayuda financiera considerable al sector agrícola de México, invirtiendo más de $20 mdd desde 2005, en programas e intercambios técnicos para ayudar a los productores mexicanos encarar los retos de producción, comercialización y distribución de sus productos. De que falta hacer más – mucho más – para emparejar las oportunidades para todos está clarísimo; pero lo que hace falta no tiene nada que ver con el TLCAN, más bien es cuestión de políticas públicas y privadas. Por lo mismo, sería prácticamente suicida apagar el motor que si ha jalado mientras se compone el que no ha jalado. Entonces si, México se quedaría como el perro de las dos tortas.

La Libertad Política Se Pudo Haber Retrasado

Sin la libertad económica que ha fomentado el TLCAN, en una de esas, la libertad política tampoco se hubiera dado, e inclusive se pudieron haber dado estallidos sociales al encontrarse México en un callejón sin salida: sin un mercado doméstico dinámico, y sin las exportaciones que fungieron como válvula de seguridad.

México Estaría Indefenso Contra la Competencia Mundial – y Sobre Todo de China y la India

Para concluir, México estaría en un estado de completa indefensión en contra de la creciente competitividad de China, la India, el mismo Brasil, y otros países de Asia.

China descubrió desde los ‘70s que la apertura económica es el vehículo a un mejor nivel de vida y para reducir la pobreza. A partir de ahí, no ha quitado el dedo del renglón y se está volviendo en una potencia económica que está arrasando con todos los paradigmas del comercio. Hasta le ha sugerido a Cuba que abra su economía si quiere progresar. China, sin embargo, entendió desde un principio que la apertura económica tenía que ir acompañada por grandes reformas en su marco regulatorio, grandes inversiones en su infraestructura, y más importantemente, por una fuerte inversión y gran enfoque en la educación. Todo lo cual México empezó a hacer, pero se detuvo. Lo bueno es que hoy en día se vuelven a avizorar algunos pininos al respecto.

De hecho, en México la solución simplemente no puede ser dar marcha atrás a una herramienta que a todas luces nos ha funcionado y que nos ha dado cierto refugio en tiempos de crisis. Al contrario, habría que buscar de construir sobre la base que ya se ha forjado y terminar de completar las políticas públicas que debieron acompañar al TLCAN. Ese es uno de los objetivos de la llamada Alianza para la Seguridad y Prosperidad de America del Norte (“ASPAN”). Ciertamente la sociedad necesita estar mucho mejor informada de lo que está transcurriendo en ése ámbito, pero lo cierto es que si vamos a querer hacerle frente a los retos que significan China y la India, entre otros, habrá que aprovechar todas las sinergias que se puedan dar en el bloque regional que nos toco vivir para mejorar nuestra competitividad al nivel regional.

Hay que dejar de mirar hacia atrás; el tiempo apremia y sería mucho más productivo concentrarse en lo que de verdad importará para el futuro, y esa es una mayor competitividad a todos los niveles – individual, empresarial, nacional y regional. De otra manera, México se va a quedar mirando, mirando como el resto del mundo avanza.

Fin 


[1] Legalmente, en México el TLCAN es un “Tratado” internacional, mientras que en EU es un “Acuerdo” internacional – algo menos que un tratado. La distinción tiene consecuencias legales en cuanto a la jerarquía de las leyes en ambos países. En México, el TLCAN está a la par de la Constitución como la ley suprema de la nación y legislación post facto no lo afecta, mientras que en EU, el NAFTA no tiene rango de ley suprema y puede ser modificado por leyes federales que se promulguen posteriormente. “… in general International Law is superior to the norms of the Mexican state.” Dr. César Sepúlveda, Derecho Internacional 79 (1986)

[2] Por ejemplo, durante el periodo de los 50’s a los 60’s, la productividad del sector agrícola creció a un ritmo de 4.5% anual, mientras que la población creció a un ritmo de 2.9%. De los 60’s a los 70’s, la productividad agrícola creció 2.7% mientras que la población creció 3.2%

[3] The “General Agreement on Tariffs and Trade” (Acuerdo General Sobre Aranceles y Comercio) — acuerdo al nivel mundial que surge en 1947 después de la II Guerra Mundial, para regular al comercio internacional y evitar nuevas calamidades de esa envergadura

[4] “Sin lugar a dudas, la inflación es uno de los fenómenos menos entendidos por la sociedad.  Perjudica más a los que menos tienen, por lo que fomenta la inequidad del ingreso.  La merma constante del poder adquisitivo interrumpe el frágil equilibrio de los que viven en pobreza.  Distorsiona el sistema de precios relativos y hace más ineficiente la asignación de recursos.  Introduce un elemento de incertidumbre, que significa mayor riesgo en las decisiones de inversión.  Incrementa el costo del crédito, que finalmente se traduce en una disminución en su disponibilidad.  Afecta negativamente la competitividad, crea inestabilidad en los mercados financieros y todo lo anterior reduce el potencial de crecimiento y la posibilidad de crear empleos.” Jonathan Heath, El  Compromiso de Abatir la Inflación, 15.11.01, publicado en el Reforma

[5] Entre las leyes que se implementaron, está la Ley de Propiedad Industrial. Antes de 1991 era muy difícil para empresas extranjeras del sector de informática hacer negocios en México; como se comentó anteriormente, a México no entraba la tecnología de punta porque las empresas temían perder su propiedad intelectual. El TLCAN también requirió que México ampliara su ley de autor y que protegiera las topografías de los circuitos integrados.

[6] “The first thing that NAFTA will do is put the 3 countries on an even keel. Mexico has never been in this position. Either it has never been afforded to us, or we have never taken the opportunities we previously had.” Aureliano González-Baz, Socio, Bryan, González, Vargas y González-Baz, S.C. Comments on NAFTA’s Impact on the Differences Between the United States and Mexican Legal Systems. Prácticamente desde su fundación, los EU han tenido una visión muy poco halagadora de sus vecinos al sur: “There is no community of interest or of principles between North and South America.” John Quince Adams. “The 19th century view of Mexico as a pliable 3rd party in the latitudinal vortex of world events contributed to the contemporary U.S. image of the Mexican as a person of modest capacity for self-government. Lack of Mexican participation in world events was 1st equated to lack of world power, then lack of national capacity, and finally lack of individual capacity. That lack of individual capacity is now related less to those events than to characterized images and mythical stereotypes of the Mexican, created and reinforced in our educational system. Americans expect Mexicans to fail and these expectations have found a home in part of the Mexican self-image. They contribute to Mexico’s underdevelopment. . .”  Professor Michael Wallace Gordon, Mexico and the United States: Common Frontier, Uncommon Relationship.

[7] Lo cual también explicaría la carrera de México a firmar los 31 tratados que le han seguido al TLCAN  . . .

Artículo publicado en la revista IMMEXPORTA 2008. (c) 2013 Alicia Catalina González Aldape / Alina A.C.E. Aldape. Todos los Derechos Reservados.